Es una historia de terror contada por niños, con miles de subhistorias paralelas y una gran facilidad gráfica para lo explícito. Sus aventuras campesinas de cabro chico maduran drástica pero satisfactoriamente en misterios sociopolíticos adultos, aunque por su numeroso reparto secundario la trama se estira con díalogos inconclusos, o peor aún: superfluos. De grueso relleno, pero con un sabroso centro.
*** 1/2