Algo de la improvisación Leighiana se pierde con los trajes y los sets tan delicados. Sin mayores altibajos (o al menos, una profundización en ellos) se siente algo seca y lineal; aunque al menos las interpretaciones están muy bien conseguidas, con fuertes toques físicos; y la fotografía es un lujo de volúmenes de luz y matices celestiales, tal como para inspirarse.
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