Justo para esta era del cringe, el spaghetti y el I can't even -- el coming of age milenial. Si vives con esta autoconsciencia ante tus propias frustraciones y fracasos, esta película te va a dar un remezón y una risa muy necesaria. Hailee Steinfeld brilla en su amargura, dando en el clavo muy articuladamente para luego quedarse sin palabras.
Una novedad digna de un buen "WTF", pero quizás muy escatológica para su propio bien. Hay algo aquí sobre la soledad y el sentirse útil y querido, pero se asfixia ante su humor de peos y vómitos. Al menos son chistes creativos, apoyados por una impresionante dirección de arte y edición, y un Daniel Radcliffe en su mejor rol; pero su exceso agota.