Entre todo el ping-poneo publicitario del plebiscito el humor negro es más fuerte, aunque no se aleje mucho de la realidad al estar apoyándose tanto en los reales registros televisivos de la época, pero eso también es un plus: encuadrada en VHS, se funde con lo real, y se transforma en lo más ochentero imaginable. La más aterrizada y factual de la trilogía de Larraín sobre la dictadura -- y también es por lejos la mejor. Recomendada.
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