domingo, 1 de marzo de 2015

ADDENDUM: Las 10 mejores películas del 2014 (que vi).

#12 - Selma, dirigida por Ava DuVernay
¡Pero ahora se viene la parte divertida, las mejores películas que vi! Pero antes, hablemos del año en general, y en especial sus positivos.

Después de la ambición narrativa y creatividad visual consecutiva que fueron el 2012 y el 2013, aquí como que desaceleramos, aunque sin frenar del todo. De cualqueir forma, no diría que mis deseos por más y mejores innovaciones y audacias cinematográficas cayeron en oídos sordos: es cierto que este año no tuvimos películas como Life of Pi o Gravity creando nuevos topes para lo que es posible con los efectos especiales, pero tuvimos películas como Boyhood y Birdman que tuvieron sus propias formas de cruzar el tiempo y el espacio y ser emocionalmente resonantes a lo largo del viaje, presentando una épica totalmente diferente a lo que teníamos pensado. Y si sirve de algo, diría que este año es precisamente sobre eso: la alternativa.

Este fue un buen año para mirar las cosas diferentes: ya sea llevando la subliminalidad de la sociedad a sus más fríos extremos, forzándote a preguntarte si acabas de ver un final feliz o no, como pasó en Gone Girl, Nightcrawler y Birdman; o dejándose llevar por una idea sin ironías ni complicaciones, aceptando toda conjugación y articulación imaginable, como en Edge of Tomorrow, Snowpiercer, The Congress, Enemy y Oculus; o qué tal si apuntas al minimalismo y al recelo para deconstruir un género completo y así hacer cabida para personajes más propios y puros, liberados de lo cliché, como en A Most Violent Year, Under the Skin, Locke y Génesis Nirvana; o qué tal hacerla como a lo Imitation Game ("a veces son la gente de la que menos nos imaginamos cosas quiénes hacen las cosas que nadie se imagina"), gozándola al meter a personajes muy fuera de lo establecido a estas alturas en situaciones por sobre ellos: Guardians of the Galaxy, Big Hero 6, Pride... y sí, ya. The Imitation Game.

Fuera de ser el año de la alternativa, diría que también fue un buen año para que te disparen en la cara: bastantes películas de balazos, bastante buenas la mayoría: John Wick, '71, Cold in July, Blue Ruin, The Rover, American Sniper, Unbroken, y las ya mencionadas Snowpiercer, Edge of Tomorrow y Nightcrawler. También fue un buen año para reírse -- Birdman, máxima ganadora, es después de todo es una comedia negrísima, y junto a ella estuvieron The Grand Budapest Hotel, Top Five, Guardians of the Galaxy, 22 Jump Street, Pride, Neighbors, The Zero Theorem, ... Edge of Tomorrow de nuevo, entre tantas otras. Las risas genuinas no faltaron.

Igual tuvimos sus cosas buenas. Pocas, sí, pero siempre buenas, diferentes y/o divertidas. Así que, ¿partimos con algunos runner-ups?

  • Nadie la veía venir (o sea, ¿quién se acuerda de Estonia?), pero qué bien que llegó tan indiscutidamente lejos. Tangerines de Zaza Urushadze -- la primera película que vi este 2015. Una cálida y esperanzadora historia sobre el cómo todos nosotros, amigos y enemigos, estamos en el mismo bote. Sin una gota de pretensión, es de lo más humanista que tuvo el año.
  • Va a ser medio raro hablar sólo de una mitad de la expereriencia global, pero de verdad me gustó The Disappearance of Eleanor Rigby: Him de Ned Benson. James McAvoy está soberbio como un hombre derrotado ante todo escapándose fuera de su control -- pero en realidad chequen las dos películas, que si Him es así de buena es porque tiene a Her a su lado.
  • Una de las más agridulces que he visto en años: The Homesman de Tommy Lee Jones. En su gran mayoría es espeluznante e inclemente, pero aún así tiene sus granos de ternura y compasión inequívoca que iluminan la oscuridad espiritual con un muy dolido contraste. Swank, Jones, la fotografía de Rodrigo Prieto... excepcionales.
  • Volviendo a las de lengua extranjera, ahora una de las que se quedó fuera de los Oscars: la sueca Force Majeure de Ruben Östlund, una comedia/drama que tiene que ser la película más perfecta que vi en el año para poner conversaciones sobre la mesa. "¿Qué harías tú si...?". Tal como lo puse antes, con tan sólo reacciones instintivas e implicaciones se deja llevar hasta sus más autoreveladores extremos. Y ese final, uf. Cómo se metió en mi cabeza.
  • Y finalmente, bueh. Los Oscars pasaron, pero Selma de Ava DuVernay será para siempre. Una dirección tan potente en lo público y tan expuesta en el hogar, un Oyelowo que te pone los pelos de punta en cada escena, y una cinematografía y una edición exactísima que le sacan un gigantesco provecho a un breve pero crucial momento histórico. Más biopics así, por favor: ¡menos es más!
Ok, hagamos esto. Pero como siempre ha sido, iniciemos con la mención honorífica #11 de este año, la cual es...

#11
The Missing Picture
dirigida por Rithy Panh

Lo que más eché de menos este año fueron los documentales. No alcancé a ver mucho, y los que vi en promedio no me dejaron muy entusiasmado. Vi tan pocos docs que el mejor que vi este año es uno que compitió en los Oscars... del 2013. Pero todo ello da lo mismo cuando se trata de The Missing Picture de Rithy Panh, que es tan especial que sea como y cuando sea, mis opiniones sobre ella serían las mismas. Es tan ferozmente incategorizable que de hecho no sé si pensar en ella sólo como un documental, realmente: es la historia de Panh creciendo en una Camboya dominada por Pol Pot (así que sí, es un documental...), pero está contada a través de representaciones y maquetas (por lo que también es un drama...), pero sin emplear actores o parlamentos, que fuera de los archivos de vídeo, sólo dos formas humanas existen aquí: las figuras de arcilla que Panh usa para poblar sus escenarios (um... ¿animación?), y la misma mano de Panh, moldeando y manipulando sus figuras y objetos en escena (... ¿making-of?).

Documental, drama, animación, making-of... adoptando pero jamás casándose con cada una de estas dimensiones. Quizás la mejor forma que tenga para describirla sea precisamente la menos elegante: es como el punto medio entre 12 Years a Slave y The Tree of Life: una experta artesanía que retrata lo más infernal de la humanidad al sereno son de prosas y poemas de protesta; y ambas partes, audio y video, son tan evocativas que te llevaran a interpretar cada secuencia en una imagen perdida en tu propia mente, llenando los vacíos de su compostura y quietud para dar con una potente rabia y angustia interna.

Filmes así de experimentales son una total rareza, y más aún cuando son así de resonantes. Habré sonado medio beatnik en ese segundo párrafo, pero no me malinterpreten: no hay ni un electrón de pretensión o sensacionalismo aquí. Es tan sobria y personal como debe ser, tal como si así fuese la única forma posible de contar esta historia -- no la de los Jeremes Rojos, sino el relato de Rithy Panh creciendo en el distorsionado y cruento mundo que ellos impusieron, viendo como su país pierde su alegría y libertad repentinamente, detallando desde las más espantosas vivencias que atestiguó hasta sus escapismos y fantasías en medio de tanta represión y degradación. Sí, no será una para todos los días, pero este tipo de cine es tan solemnemente vangardista, tan despreocupada de toda convención previa, que debe celebrarse. Estas perspectivas y metodologías tan profundamente íntimas serán las que inspirarán a millones de artistas a buscar nuevas y más significativas formas de plasmar su propia identidad en cada una de sus creaciones.

Dicho eso, sí, no dió para entrar al Top 10, pero no podría dejar de instar a que la chequen sin importar qué -- y lo mismo diré de las siguientes. Todas aquí son brillantes a su manera, al menos en mis ojos. Comencemos:

#10
The Grand Budapest Hotel
dirigida por Wes Anderson

¿Puse que Seth MacFarlane podría trabajar en una de Wes Anderson si se empeñaba, no? Aquí tengo la mayor evidencia de ello. Una comedia dinámica y aventurera que rebosa de estilo y sofisticación y hasta hace alarde de ello, al mismo tiempo que no hace esfuerzo en esconder sus mayores vulgaridades; y todo con un ritmo rápido y zigzagueante que permite desde el desviarse por minutos y minutos para lamentar el que les falte L'Air du Panache tras escapar de prisión, hasta al mandar todo orden y pulcritud a cresta en un parpadeo con golpes súbitos, balaceras espontáneas masivas, repentinas persecuciones y drastiquísimos cambios de planes. Y todo el tiempo, TODO, se está haciendo referencias constantes a obras escritas y eventos bélicos reales (de partida, sabemos que Budapest está en Hungría... pero no aquí). Sí, el humor de MacFarlane cabe justo dentro de esto... pero ha sido Wes Anderson, el tipo más inofensivamente piola del universo, quién le ha sacado mucho mayor provecho.

Pero no estoy aquí para seguir lastimándome por Seth. Wes trajo la que para mí (y para muchos, estoy seguro) fue la primera gran película del año, con demasiada vida, misterio y carisma para lo que el mes de Abril nos tiene acostumbrados. Aunque sea una historia de mentor y aprendiz, la jerarquía no podría significar menos ante la leal amistad entre Gustave H. y Zero, que ambos están en mutuo asombro y enseñanza, siempre ayudándose a ser mantener un código de etiqueta y honor... al mismo tiempo que no dudan en sacarle provecho propio a todo tipo de situaciones. Tanto se ha dicho que esta película luce como una torta, pero si tuviera que pensar en su sabor, claramente se me vendría a la mente una de naranja: una refrescante combinación de ácido y dulce.

Es cierto que sigo más enamorado del romance en fuga de Moonrise Kingdom, pero 'Budapest' sin dudas tuvo que haber sido el proyecto de ensueño para tanto para Anderson como para sus fans: un collage de sus actores más clásicos a lo largo de los años; los sets -- por lejos -- sus más producidos y delicados, prácticamente confeccionando la industria hotelera de un país completo; y un guión riquísimo en ironías y peculiaridades, totalmente abierto a franquezas, sean esperanzadoras o tétricas. Ya van tres películas seguidas suyas con una firma cada vez más indelebele, que van forjando una racha no sólo envidiable, sino que derechamente terrorífica: ¿habrá algo más Wes Anderson que esto? No puedo esperar a la siguiente que tenga en mente, que hasta entonces, esta pregunta va a estar atormentándome.


#9
Interstellar
dirigida por Christopher Nolan

Quién no quisiera tener una trayectoria como la de Chris Nolan. Desde el primer día el tipo ha estado en llamas con guiones cada vez más cuidadosamente planificados y gozosamente desafiantes para la audiencia. Y más encima ha sido frecuente, lanzando una película cada dos años, más o menos. Sin embargo, tanto laberintismo le ha sido de doble filo: sus proyectos han sido cada vez más y más ansiados, como un interminable videojuego en donde cada etapa es una película nueva... pero al mismo tiempo sus tramas han estado volviéndose cada vez más frías y distantes. Han ido favoreciendo sus mecánicas internas por sobre el pensar y sentir de sus personajes. No voy a mentir que la he pasado la raja con Inception y The Dark Knight, pero de verdad a estas alturas quisiera verlo volviendo a sus raíces, a Memento e Insomnia, para que aplique todo lo aprendido en algo mucho más personal.

Al menos obtuvimos la mitad de eso este año con Interstellar. Sin dudas es su película más "grande", viajando a través del universo, distorsionando nuestras percepciones de tiempo y espacio con una fidelidad científica. Ello podría haber hecho que esta película fuese su más compleja por lejos -- pero no. Es aquí donde finalmente da prioridad a los personajes por sobre la novedad del guión. Aquí no hay mayor laberinto que resolver, pero sí hay que apreciar las posibilidades y consecuencias de lo desconocido -- en especial en cuanto a las emociones humanas concierne. Viajará a lugares extremos y lejanos, pero el Cooper de Matthew McConaughey será siempre uno de nosotros. Paternal y afectivo, calmo en la tormenta pero honestamente desesperado por volver, viendo cómo sus hijos crecen aceleradamente sin él y le resienten por ello. Él es el alma y corazón de la película, y por eso es que elegí esa foto por sobre otra más cara y reconocible. Si hay algo realmente icónico aquí, más que Saturno, el agujero de gusano, las olas, o Gargantúa... ha de ser esto: alguien aferrado a un ser querido, temeroso por un desconcertante y solitario futuro.

Y como pasó con 'Budapest' y Anderson, tendré otras películas favoritas de Nolan, pero hay que felicitarle su ambición sea como sea. Puede que no sea tan milimétrica como Inception o tan ideológica como The Dark Knight, pero aún en la magnitud de sus paisajes tri/pentadimensionales logra claramente ser su más emotiva, la que más tiene que decir sobre el ser humano común y corriente, el que no tiene todo previamente calculado para resolver hasta la más imposible de las situaciones. Sí, esta es la Gravity de Christopher Nolan (o bien, su punto medio entre 2001: A Space Odyssey y 2010: The Year We Make Contact), pero no meramente por estar ambientada en un muy realista espacio exterior, sino por todo lo que dicen sobre los alcances y límites del espíritu humano en situaciones adversísimas. Ambas son películas que por más pantalla verde que tengan, siguen latiendo un rojo muy cálido.

Oh, y TARS y CASE son la patá. Más de este humor por favor, Nolan. ¡Bájate la seriedad a un 75%!


#8
Matar a un Hombre
dirigida por Alejandro Fernández Almendras

Primero No, luego Gloria, y ahora Matar a un Hombre: ya llevo tres años eligiendo a nuestra candidata al Oscar de Mejor Película en Lengua Extranjera -- así de buenas elecciones han sido. Pero más allá de los trofeos que pudieron haber conseguido cada una de ellas, estos tres filmes han sido un contundente reflejo de las nuevas alturas que está alcanzando nuestro cine local. En esta ocasión, Alejandro Fernández Almendras nos lleva a Tomé para contarnos en primera instancia una historia sobre el límite de la paciencia y el perdón, sobre un hombre honesto y sacrificado atrapado entre una realidad agobiante y una posibilidad destructiva. En segunda instancia, sin embargo, es una impactante carta de protesta a la indiferencia de la burocracia y el protocolo, sobre el cómo los organismos diseñados para proteger y servir sólo conducen a una mayor violencia por su descomprometida inoperancia.

Temáticamente, esta no es una historia para satirizar o fantasiar. Será cierto que Kalule, interpretado por Daniel Antivilo, explota la gente a su alrededor para zafarse con la suya (un día te rodea y te asalta con toda su pandilla, y al día siguiente está haciéndose la víctima), pero de ninguna manera este guión se trata de un ajuste de cuentas. Esto no es "Matar a un Flaite", o "Matar al sacowea que no deja de hincharme las pelotas" -- esto es "Matar a un Hombre", con todo el elemental peso psicológico que ello conlleva: el decidir terminar una vida que conoces de cerca por la seguridad de la propia y de los que amas, y esto Daniel Candia, como Jorge, lo lleva con un aplomo rotundo, luchando en silencio día a día por mantener el estoicismo vigente pero la soledad le va agrietando el ánimo poco a poco. El trabajo de ambos actores es sencillamente monumental en su veracidad.

Mucho se bromea medio en serio de que "Chile es Santiago", de que si las cosas no ocurren en la capital, no ocurren -- y esta película le quita todo el humor a ese dicho con una absoluta crudeza, sin temer a llegar a los extremos más incómodos de ver. El cinematógrafo Inti Briones hace un impecablísimo trabajo siguiendo silenciosamente a los protagonistas en sus quehaceres y decisiones, con largas tomas que te pondrán los pelos de punta que te dejan en una ansiosa búsqueda por el peligro fuera de cámara; a la vez que retrata el sur de Chile con una pictórica belleza para hacer notar este paraíso corroído por los males desatendidos de la sociedad. Las cosas que enmarca aquí se te quedarán grabadas en la retina de lo hermosas y cruentas que son -- y yo sencillamente quisiera tener esa foto que puse arriba en alta calidad y enmarcada en mi habitación. Es una obra de arte de toma; y esta película es un lujo de riesgos excelentemente tomados para el cine chileno.


#7
Paddington
dirigida por Paul King

Y bueno, soy un tipo al que le gusta pasar un rato agradable, sin complicarse mucho en el cine, como todos. Pero he aquí el dilema: el hacer que una película sea así es de las cosas más díficiles que hay. Hay una experticia muy sutil en el hacer que todo luzca fácil y relajado que suele pasar por encima de varios -- como por ejemplo, ¡el equipo de marketing detrás de Paddingon! Sí. Qué pésima forma de esconderle toda la añorable calidez que tenía a disposición. Al comienzo no se me hacía mucha agua la boca el ir a checarla, pero mírenme. Me arrasó con tanta gentileza que se convirtió en mi #7 de las favoritas del año. Igual medio agradezco el que haya aprendido la lección de no juzgar un libro por su portada, pero bueh. Esta es la experticia que les comentaba: no puedo decir si los mismos realizadores sabían en qué se estaban metiendo al hacer una película así de rica. ¿Acaso fueron tomados por sorpresa como le pudo pasar al osito Paddington, o se trata de una maestría forjada autoconscientemente? Sea como sea, es brillante.

Pero si hemos de tomar una lección aquí, diría que es una por la que siempre he abogado como caricaturista: los personajes primeros, la historia después. Supieran las miradas de extrañeza me han dado mis colegas por decir eso, que la tradición siempre ha sido comenzar con un guión base, definir los puntos claves en la trama, y saber bien "el tipo de historia que quieres contar", y -- no, ¡eso es exactamente lo contrario! Puedes contar CUALQUIER historia con los MEJORES personajes que puedas hacer. Sólo puedes contar UNA historia si tienes una trama tan casada con tus personajes. ¿Y de qué va esto? Es sobre un osito huérfano del Perú que viaja a Londres para buscar una familia humana que lo cuide. Nada más. Pero es tan llena de personalidad que sus personajes hasta se extienden por sus habitaciones, expresándose con coloridos papeles tapices y una infinidad de detalles. Esta película tiene todo el derecho del mundo de estar orgullosa de su simplicidad y sinceridad, porque es el resultado de una ardua labor de amor.

Apenas ahora sé que Paddington es una serie inglesa de cuentos infantiles -- una tan popular que hasta tiene su propia estatua en su estación de trenes. Ante esto, simplemente estoy hambriento por más: me encantaría saber más sobre Paddington y los Browns, verlos ir de vacaciones, a visitar a la familia de Paddington, viajar a tierras desconocidas, cambiarse de casa -- incluso quisiera verlos en un ESPECIAL NAVIDEÑO. Sí, algo tan frecuentemente fome para muchos, para ellos les ha de ser lo más natural y placentero del mundo. Son personajes tan puros y alegres que me ponen una sonrisa en la cara casi sin esfuerzo, mientras hacen sea lo que sea que quieran hacer -- y como les mencioné, desde el punto de vista artístico eso es algo mucho más díficil de lo que suena. Hay que apreciar estos momentos de inspiración.

#6
Relatos Salvajes
dirigida por Damián Szifrón

Habré visto un montón de películas en mi vida, pero ninguna de ellas las tildaría de "terapéutica" con tanta confianza como a Relatos Salvajes. Seis cortos, uno tras el otro, cada uno lidiando con los distintos tipos de días de mierda que uno puede tener. Problemas contigo mismo, con alguien en específico, con tu pareja, con tu familia, con la sociedad, o bien, derechamente con el mundo entero. Del puro morbo que te generan estas historias te vas a sentir liberado de todo mal y odio, tal como si vieses un accidente de trenes ocurrir. Algo tan magno y catastrófico que te remecería tanto como para hacerte decir “¡bueno, al menos no estuve ahí!”.

Cualquiera pudo haber hecho una película pornográficamente fantasiosa y violenta sólo para sentirse bien al final del día, pero Szifrón aquí las cuenta todas con una elegancia y un control magistral, siempre con la cabeza fría para encuadrar y sonorizar la furia de cada historia sin dejarse llevar por su ira inherente, para así darles a cada una su propia firma visual y vocal. La tercera historia es algo muy de los inicios de Spielberg. Sumamente tensa al punto de que no hacen falta las palabras. La cámara sabe bien dónde ubicarse para dejar atrás los diálogos, dándote todo lo que necesitas saber – y escondiéndote justo lo necesario para mantener las cosas sorpresivas pero siempre verosímiles. La cuarta, quinta y sexta historias están espectacularmente protagonizadas por víctimas de la decepción: Ricardo Darín, Óscar Martinez y Érica Rivas, los tres tan intensos en su imparable descenso que son derechamente hipnóticos. Sonará cruel, pero de nuevo, el morbo es innegable. Vas a querer verlos sufrir más con tal de que ellos exploten aún más fuerte contra los demás. La segunda historia es un pasaje Hitchcockiano, sin dudas. La oportunidad perfecta para el crimen justo y merecido – pero la consciencia, qué cosa más molesta. Y la primera historia... bueno, dentro de todo es poco más que un aperitivo introductorio, pero vaya que es el abrebocas perfecto para toda esta locura.

No tengo una favorita entre las historias aquí: para mí sería un empate entre la tercera, la cuarta, y la sexta. Son las historias que me dejan con un mayor torrente de adrenalina, aunque todas aquí son igualmente efectivas y fantásticamente bien construidas de pies a cabeza, y actuadas a tal punto de que serías capaz de entender y motivarles su venganza. A fin de cuentas, todos pasamos por días de mierda, y qué genial es ver a uno de los nuestros diciendo “basta ya” con el mayor punto final que podamos imaginar. De la Argentina con mucha rabia: Buenos Aires se ve tan susceptible con ese destino de furia, alguien cantó.

#5
X-Men: Days of Future Past
dirigida por Bryan Singer

Marvel y DC explotaron a tal punto que se ha vuelto algo díficil seguirles el ritmo. Un día anuncian 999 películas para la próxima década, y al otro están anunciando otra entrega pero en versión LEGO. Sin embargo, miren cómo se ha mantenido la franquicia de los X-Men a raya de toda esta vorágine -- en especial considerando que cinematógraficamente hablando son bastante más viejos que cualquiera en el mercado. Spider-Man ha tenido 5 películas y se ha vuelto a contar 2 veces en el tiempo que Hugh Jackman ha sido Wolverine, por Dios. Es cierto que han tenido sus altibajos a lo largo de los años, pero hay que reconocerles su compromiso y fidelidad en un escenario tan volátil como el de los blockbusters actuales.

Y todo eso es especialmente cierto cuando rinde frutos tan gallardos y orgullosamente de cómics como esto. Batman y los Avengers habrán sido estupendos paseos, pero en bastante tiempo nada se ha sentido tan debidamente superheroíco como X-Men: Days of Future Past. Tan abierta a una trama tan paradóxica y curvilínea, aprovechando cualquier oportunidad disponible con una armonía coral. Nadie está opacando a nadie aquí: es uno de los repartos mejor balanceados que he visto en mi vida, y lo están pasando tan la raja con sus poderes como se sienten arrinconados por una cuenta regresiva. En una escena Quicksilver sale disparado, corriendo por las paredes en una de las más divertidas escenas del año; mientras que en otra Magneto está dando un discurso de victoria entramado con la peor de las derrotas. Ambos son grandiosos ejemplos de producción y flexibilidad narrativa, de las que te matan de risa un momento para luego hacerte caer en cuenta lo mucho que duele el mirar atrás -- y para mí esta es una espléndida forma de resumir esta película como experiencia.

Y toda esta riqueza es naturalmente el producto de la paciencia y la perseverancia. Bryan Singer ha estado en la serie de X-Men desde el primer día y ahora está tan a gusto aquí que se siente como si los llamara a todos de vuelta para una reunión familiar; y a eso es lo que me refiero con que esta película sea tan de superhéroes: es tan inusual ver este grado de cercanía, cooperación y trabajo en equipo -- tanto a nivel de personajes como de actores. No hay mierdas personales no peleas de egos aquí. Lo que prima es el mundo a su alrededor, y todas sus oportunidades y repercusiones. Entre el caos de ver cómo entrometen a Spider-Man y Wonder Woman en Avengers y Superman vs. Batman respectivamente, estoy agradecido de que Bryan Singer siga presente, tan concentrado como siempre, brindándonos la única saga de cómics que realmente tiene el derecho de llamarse madura. No puedo esperar al Apocalipsis.


#4
The Tale of the Princess Kaguya
dirigida por Isao Takahata

El que el Estudio Ghibli cierre sus puertas no es nada menos que un cambio de capítulo. Para muchos, los reyes indiscutidos de una forma de arte completa se han ido sin idea de cuando volverán -- o si es que. Es cierto que nadie se ha muerto, así que no hay tragedia humana que lamentar, pero hay algo que decir sobre el cómo el arte imita a la vida cuando se trata de su penúltima película, The Tale of the Princess Kaguya. Una niña aparece de la nada, dejando a todos quiénes la vean sin palabras. Ella disfruta cada minuto del hacer las cosas de la forma díficil, ensuciarse las manos, disfrutando la naturaleza al máximo -- pero de ella sólo se espera lo más grande y refinado posible, ni más ni menos. Esta película estará basada en una antigua historia folclórica japonesa, pero es tan análoga a la historia de la compañía que, a vísperas de su despedida, te rompe el corazón -- en especial cuando es así de magistral. Dejar lo mejor para el final jamás dolió tanto.

Y dentro de las filas de Ghibli, dejen que Isao Takahata, eternamente fiel al naturalismo, revele la riqueza del día a día. Sea que esté en la esparcida aldea a los pies de los cerros, o en lujoso palacio en medio de la gran ciudad, retratará cada faceta de Kaguya con un casi líquido fluir, detallando un espíritu libre, ansiosa de explorar el mundo a sus anchas; de un inmenso talento pero jamás complaciente; y con un amor a repartir tan profundo que duele tanto como libera. Con toda su purísima alegría y tristeza, Takahata no sólo forma uno de los mejores personajes femeninos en la misma compañía que ya tenía a Nausicaä, Mononoke y Chihiro, sino que da con uno de los mejores personajes de la historia del cine, sin importar el género.

En cuanto a lo técnico, será mucho más boceteada que Ernest ét Celestine, pero aún así su peso emocional es innegable, incluso comparable al más pulido de los trabajos visuales. Va de suaves y precisos trazos en la paz a turbulentos e intensos rayones en la furia. La banda sonora de Joe Hisaishi, en mi humilde opinión, es por lejos la mejor banda sonora que el 2014 ofreció: me cuesta recordar la última vez que me empapé con lágrimas escuchando música tan feliz y celebrativa; o cuerdas tan elegantes, pero también tan acongojantemente solitarias; y bien tratándose de Ghibli, una escena de vuelo más magicalmente romántica que la vivida aquí, con violines tan sorprendidos como apasionados. "Emoción" es la palabra clave cuando se hable de The Tale of the Princess Kaguya, que pocas películas te harán sentir tanto como ella. Y vaya que se me pone pesada la garganta sólo escribiendo esto.

No quiero que llegue el día que me toque ver When Marnie Was There. Aún me cuesta creer que sea la última. Espero que sólo lo sea por ahora.


#3
Boyhood
dirigida por Richard Linklater

Pero si se trata de naturalismos, vaya pues. Richard Linklater, ni más ni menos. Qué racha ha tenido últimamente: Bernie, Before Midnight, y ahora este pequeño gran milagro. Nadie más que él saltó a la cima del cine tan directamente con un proyecto tan insignia de su forma de ver el mundo: un testamento a la virtud de la paciencia y la observación que toma la íntima cotidianeidad para elevarla a lo universalmente épico, capturando la plena esencia del "ahora mismo" para contextualizarla a lo largo del tiempo. No hubo otra obra maestra más indiscutible que Boyhood este año, y por ende, nadie se volvió tan evidentemente en el mejor en su estilo que su director.

Hay tantas cosas que se pueden aplaudir de Boyhood por separado: la mencionada visión de Linklater, la edición de Sandra Adair que recoge lo vital de cada segmento con un infatigable compás, la disposición de Ellar Coltrane y Lorelei Linklater para hacer valer el que "crecen muy rápido", o los sabios apoyos y duras verdades que ofrecen Patricia Arquette y Ethan Hawke. Todos ellos muy increíblemente consistentes a lo largo de 12 años. Sin embargo, lo que más le rescato es que es tan elemental que no hay dos formas iguales de verla. Boyhood es sobre Mason creciendo con su hermana Samantha y su mamá Olivia, y cada fin de semana más o menos los visita su papá Mason padre. Irán cambiando de casas, de colegios, de amigos, de padrastros, de intereses y de aparatos tecnológicos. A grandes rasgos será sólo eso, pero es suficiente para que te sea un reflejo de tí mismo. ¿Dónde estabas tú cuando te diste cuenta que la magia no existe, o quién fue tu primer amigo al que dejaste de ver? ¿Cuándo fue que te diste cuenta qué querías ser cuando grande, y qué fue lo que te dijeron al respecto? Boyhood, por más que trate sobre personajes llamados Mason, Samantha, Olivia y Mason padre, a fin de cuentas es tan humana que bien pudo haber sido una película sobre mí, sobre ti, sobre tu vecino, sobre tus padres, sobre alguien que no conoces... como el mismo Mason.

Boyhood tendrá personajes específicos, pero no es de identidades particulares. Es sobre las cosas que transcurren y nos afectan a todos, desde lo social como el dónde estuviste cuando te enteraste del ataque a las Torres Gemelas o si alguna vez tuviste las mismas consolas que Mason, hasta lo personal como el primer amor o tu primer trabajo. Y es aquí donde se derrumba totalmente el argumento de que el haberse filmado a lo largo de 12 años fue un puro truco y que bien pudo haberse hecho de una sóla vez, con un manojo de actores para las distintas edades: no importa qué tan buen actor seas, no se puede simular el peso del "ahora mismo". Lo que viven los actores y realizadores lo viven en carne propia, ahí tal cual y en ese momento, exactamente como tú mismo alguna vez lo viviste en otra esquina del mundo. No se puede ser más fidedigno que esto en el mundo dramático.

"Atentos a Boyhood", les dije el año pasado. Ni yo mismo me hubiera creído lo que llegaría a ser.


#2
Whiplash
dirigida por Damien Chazelle

Fuck. Yes. Por la cresta que me hizo falta Whiplash este año. Esta patada en las bolas, este terremoto de actitud, sangre, sudor y lágrimas. Todo este ruido, toda esta rabia. Toda esta desesperada ansiedad por la perfección, pero al mismo tiempo, todo este control y exactitud, esta maestría con la cámara y el metraje para dar con la mayor intensidad y la mejor sucesión de imágenes posibles. Al compás de "Caravan", la batería de Neiman y los gritos de Fletcher. Luego bordeamos un mantel de gotas de fluidos corporales sobre los platillos, para después rebotar entre cada miembro de la orquesta, hasta capturar unos gestitos tan mínimos pero importantísimos de enfado, decepción, y eventualmente, uno de orgullo muy ganado a la mala. ¿Cómo habrán sido las cosas en el set de Damien Chazelle? ¿Cómo chucha atrapas un huracán en una botella sino eres un cabrón como Fletcher con toda la gente a tu mando? ¿Cuál es tu puto tempo, Damien?

¿Pero quiénes son estos Neiman y Fletcher, pues? Miles Teller interpreta a Andrew Neiman, un joven baterista a quien Terence Fletcher, interpretado por J.K. Simmons, le da una chance en su banda, la cual participa constantemente en competencias de jazz – aunque en realidad la competencia interna es mucho más feroz que cualquier escenario, con un Fletcher muy volátil que no dudará en arrastrar a sus alumnos por el lodo con tal de que puedan pararse y caminar con la máxima gracia y ritmo. Esta es una lucha contra tus límites, contra el contentarte con lo decente. Hay que dar hasta que duela con tal de cumplir tus metas hoy, y más aún de nuevo para hacerlas valer mañana si quieres que te recuerden. Un mero descuido y tarde o temprano tu mediocridad te va a pillar, así que de aquí en adelante, esta será tu vida – esta será tu guerra contra el conformismo y los “buen trabajo”.

Ambos actores están brutalmente impecables. Teller da una de las interpretaciones más suicidamente hype que he visto en mi vida. No va a poner el pie sobre el acelerador: lo va a atornillar al piso y le va a sacar los frenos al auto. Salgan de su camino si no quieren quedar heridos, aunque quédense para ver si termina chocando y matándose. Y Simmons... no por nada se convirtió en el favorito para ganar el Oscar al poco rato de haberse estrenado la película. El tipo está en llamas aquí. Indiscriminado, inmisericorde, mandando a la chucha los métodos constructivos y pedagógicos porque puta que son mamones. Será un sádico hijo de puta, pero todo se aguanta por esa escena final. Ya con esa oración siento que dije mucho, pero carajo que esta película tiene el mejor cierre que vi el año pasado. No fui capaz de levantar mi boca del piso ante... ese combate gladiadoral al son del jazz. No podía creer toda esa furia canalizada en algo tan la raja. Una secuencia increíble para cerrar una película increíble.

Y todo esto siendo apenas la segunda película de Chazelle. FUCK. YES.


#1
How to Train Your Dragon 2
dirigida por Dean DeBlois

Lo que hace Dean DeBlois en How to Train Your Dragon 2 es algo excesivamente revolucionario: ¿cómo cresta es que esto es Dreamworks? Sí, habrán sacado la Dragon 1 y esa también fue estupendísima, fue mi favorita del 2010 y todo, pero... esto es tomar un récord mundial y romperlo tres veces. Y bien puede decirse que todas las señales estaban ahí, que el que la secuela iba a ser genial no sería ninguna sorpresa porque la gente a bordo era la misma, y porque Dreamworks ha estado armándose una pequeña pero sorprendente racha. Pero este es un salto estratosférico, uno que no sólo involucra a todos sus participantes, sino que a la animación 3D en general: nada se había visto, movido o sentido tanto y tan bien como se hizo aquí. Esto no es Dreamworks -- este es el Dreamworks de Dean DeBlois.

Si la primera película fue la introducción a Berk, ahora nos metemos de cabeza en los resultados de coexistir con dragones -- los buenos y los malos. También ha pasado bastante tiempo desde la anterior y los años se hacen notar, tocando temas de legado, responsabilidad, y sobre todo, familia y protección. Familias de humanos, dragones, de humanos y dragones. Nunca pierde su espíritu de comunión y pacifismo aún estando en medio de una guerra, pero una que sea como sea, ellos no pretenden perder. También hay un saludable espíritu feminista aquí, con guerreras actuando en el campo de batalla con la misma intensidad y maestría que los hombres. Tantos temas que mencionar... y sin tener que ser la historia más ingeniosa del mundo. Sólo tenía que estar bien contada. Y pues...

No vi otro filme tan vivo en todo el año, con tanta amplitud de textura. En cada fotograma hay riquezas palpables, desde las nuevas invenciones de Hipo (esa espada de fuego es tan SICK), los distintos tamaños, formas y capacidades de los dragones que él y Chimuelo descubren a lo largo de su travesía (Brincanubes es tan SICK), o el cómo luce este mundo gracias al aporte de Roger Deakins en composición y color, con luces y sombras tan vibrantes. Pero también hay riquezas subliminales: la forma en que Estoico reacciona ante una inimaginable reencuentro, o el como Astrid hace trenzas en el cabello de Hipo, o cómo es que Chimuelo se deja flotar por una corriente de aire vertical y alguien camina por sus alas. No tengo otra forma de describir la magia que ocurre aquí sino como animación molecular: algo tan escondido y diminuto en las capas de composición y subsecciones de musculatura 3D que genera cambios tan finos que traducido en la vida real nos son involuntarios o imperceptibles. Pero están ahí, sucediendo y añadiendo más dimensiones a personajes que ya eran entrañablísimos. No sólo es por lejos la película animada que mejor luce, sino la que más real luce también.

¿Y quieren saber cuál es la guinda de la torta? ¿Recuerdan lo que puse de lo díficil que es hacer que todo luzca sencillo? Esta para mí es sin dudas su mayor exponente, malabareando un sinfín de ramas viejas y nuevas con una destreza y naturalidad invisibles. Y además, ¿recuerdan lo hype que quedé con el final de Whiplash? Aquí eso mismo ocurrió apenas en el SEGUNDO ACTO, y de ahí no paró. Iba subiendo más y más las apuestas y las emociones a tal punto de que todos sus cierres de escenas iban siendo cada vez más perfectos: incluso si la película terminaba antes de lo planificado, aplaudía igual y la pondría cómodamente en mi Top 10 sin problemas. Ya para cuando había acabado yo estaba en un éxtasis de YEAAH!!!, como si hubiese visto el mejor show de todos los tiempos.

Hay bastantes conceptos en común entre las películas que he mencionado aquí. Famila, legado, amor, guerra, mentoría, sobrevivencia, libertad, arte, esperanza... cada una de los filmes aquí mencionados tomó un subconjunto de ellos y consiguió excelentes resultados, cada uno a su pinta. Sin embargo, sentí que How To Train Your Dragon 2 fue el mínimo común denominador entre todas las favoritas que vi: una que involucró todas estas aristas con una elegantísima acrobacia, sin complicarse ni desbalancearse; y siempre con un indeleble sello autoral que logra resultados sumamente emocionales a partir de escenas tan, dentro de todo, simples, narrativamente hablando -- como si conociera a cada sensación y emoción por nombre y apellido, siempre las invoca con una empática y orgánica inmediatez.

Y ni siquiera es la primera vez que lo logra. Dean DeBlois es un monstruo en camino a robarse el trono de la mejor trilogía animada. Ya quiero que sea el 2017.

Esta sin dudas fue la lista más díficil que me ha tocado armar en lo que llevo manteniendo a Bijou Reviews. A lo largo del año, y desde el primer día voy definiendo el Top 10, y para cuando me toca escribir este post, vuelvo a ver mis películas favoritas para cerciorarme de dónde deben estar finalmente. Le pido infinitas disculpas a Rithy Panh, pero ninguna de las películas de la 1 a la 10 quedó en el lugar que originalmente le había considerado. Anteriormente había tenido una/s película/s muy favorita/s por sobre las demás, por lo que reordenaba las demás en torno a ella/s, pero esto fue un totalmente un rompecabezas de Sophie's Choice. Tras demasiada deliberación, esta lista es la que más sentido me hace.

¡Pero ese fue el 2014! No habrá sido un año a la par del 2012 o el 2013, pero sus joyas son tan radiantes como las pasadas -- y en ciertos casos, incluso más. Recién salidos de los Oscars, en verdad no tengo mucha idea de cómo irá a ser este 2015. Sé que hay nuevas de Scorsese, de O. Russell, de Malick, ... otras de Iñárritu y Linklater, si pueden creerlo; y de Pixar, si no notaron que el año pasado ellos no sacaron nada, pero aún no estoy muy al tanto del qué irán.

Pero de las que sí estoy enterado un poco más, aquí hay cinco:

  • Marvel le pone fin a su segundo tomo con Avengers: Age of Ultron de Joss Whedon. Ojalá lleven esta película a nuevas tierras que casi toda la fase 2 se sintió como un semi-copy-paste de la Avengers original. Al menos dentro del estudio sigo pensando que esa es por lejos su mejor producto (aunque de Marvel en sí ahora hay un nuevo rey -- chequen mi #5), y honestamente no veo porqué ahora tendría que fallar teniendo a exactamente la misma gente a bordo.
  • Pero vamos. Sé que ustedes tienen otra cosa en mente. Sí, ¡Star Wars: The Force Awakens de J.J. Abrams! Yo... en verdad nunca he estado súper interesado en el mundo que Lucas creó (y... um, ¿saboteó?), a pesar de lo vox populi que ha sido a lo largo del tiempo. Pero este es Abrams, quién hizo grandes cosas por Star Trek. Díficil pensar en manos más confiables para lo que será mi primera visita a una galaxia muy, muy lejana.
  • ¿Creían que el 2015 sería Avengers y Star Wars y ya? Faltaba la papi de todas las franquicias, pues. ¡007! Spectre de Sam Mendes le sigue a Skyfall con nuevas caras que no podrían ser más apetecibles, como Dave Bautista, Léa Seydoux, y Christoph Waltz, quien desde que nació estaba destinado a ser un villano Bond. ¿Cómo se diferenciará Hoyte van Hoytema de Roger Deakins? ¿Y quién le continuará a Adele? Tantas preguntas...
  • Oye, espera. ¿Acaso juraban que el año 2015 no podía ponerse más ñoño? Boom. The Hateful Eight de Quentin Tarantino se estrena a pesar de toda la batahola medíatica que lo llevó a cancelar todo para luego dejarlo tan sólo en una lectura de guión. Volvemos a los westerns después de Django Unchained, pero ahora con ocho boludos y una aparente sed de sangre. Fuera de que se haya filtrado todo el guión no ha salido mucho más, eso sí.
  • Y por último, una más para mí -- o mejor dicho, para los chilenos y el cine internacional. Después de lo excepcional que fue No, llega El Club de Pablo Larraín. Su primera película fuera de la trilogía de Pinochet, ahora se enfoca en la Iglesia Católica con una historia sobre una comunidad de párrocos caídos en desgracia por culpa de sus propios crímenes. Ya se ha ganado sus credenciales en Berlín, ¡y además se estrena en Mayo! No puedo esperar.
Gracias por todo, 2014. Gracias a todos por leer. LEGO Movie, play us out.