Paul Dano dirige como si fuese sus mejores personajes: compuesto por fuera, tormentoso por dentro. Con aplomo literario y a fuego lento desarma una familia e identidades, revelando las verdades ocultas bajo las fachadas frágiles de su impecable elenco: Mulligan brilla aquí en su acto de desesperación, Gyllenhall sana y abre cicatrices, y Oxenbould es revelación y temple.
★★★★ ½