Lo más elemental del terror: de una tensión tan coagulada como asfixiante; tan conceptualmente inmersa y efectiva; y de un reparto así de fidedigno y concentrado en la supervivencia que te vas a olvidar de su muy evidente e inexplicable plot hole. Silenciosísima, pero en su aislamiento el sonido es tan vital como feroz -- y por eso, cállense y apaguen los celulares, cabros del orto.
★★★★ ½