En un punto algo incómodo entre entre el reboot y la secuela. Reinventa su poco, pero siempre dentro de su zona de seguridad. Jamie Lee Curtis está notable en la evolución de su rol más icónico, brindando una sed de sangre tan compleja como comprensible; pero fuera de ello es más de lo mismo, con sus muertes al por mayor de personajes irrelevantes de impacto decreciente.
★★ ½