Solemnemente furiosa. No perdona ni se guarda ni un detalle. El filme evoca la impotencia y la desesperación que un vacío, una fachada esconde, sin tener que recurrir a la animación, o irse por tonos vocales más explícitos para ello -- es poesía y escultura, ambos al servicio de la protesta. Profundamente técnica, pero ante todo, dolorosa y personal.
**** 1/2