Villeneuve busca ser un Shyamalan más aterrizado y sensato, y casi está ahí. Con un solitario silencio, una desteñida fotografía, y un reparto tan selecto como concentrado, construye una realidad que es casi como la nuestra; ennervándote en el mejor de los ratos, pero dejándote con espacio de sobra para deducir el final. Una perdida de Twilight Zone.
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