Como una bomba: te pone tenso desde los primeros minutos con su mera presencia, cargada de nacionalismos y una humana sed de venganza; pero también algo predecible por lo mismo. Cada revés duele, pero el drama es genérico comparado a la fiereza de sus interpretaciones y caracterizaciones que difuminan la villanía de la justicia. Roland Møller, brutalísimo.
★★★★