Dos historias con los mismos personajes, pero que sólo se entorpecen entre sí. Su confusa y sobrepoblada trama de mafias agrícolas esconde el doloroso y rabioso estudio personal de violencia infantil, donde Schoenaerts, con testosterona reprimida, se destaca en un rol díficil de maniobrar. Si puliesen y abreviasen sus ocasionales díalogos forzados y su lento y disparejo ritmo, tendríamos una oscura joya aquí.
*** 1/2