Fuera de su muy claro nicho gamer, puede ser un tanto aislante y autofelicitante por cómo aborda muy superficialmente el negocio de los videojuegos indie, y por cómo responden ante la competencia y la crítica; pero consigue ser más universal cuando expone las esforzadas ambiciones, las arduosas agendas, y el amor al arte de sus protagonistas. Recomendado para los 8-biteros de corazón, y más aún para los artistas independientes.
*** 1/2