Es perfectamente razonable decir que esto es mega pretencioso (... ¿ya terminó de comer Rooney Mara?) a tal punto que es casi injustificable (¿el cosplay más fácil del mundo?), pero su corazón es innegable: sin demasiado diálogo, se arma un poema romántico y melancólico entre su quietud, contemplación, música, odisea, y su aspect ratio; todo para emocionar lenta y sorpresivamente.
★★★★