No reinventa la rueda, pero vaya forma de avanzar y tomar curvas. Para el género, es tan positivamente clásica como es inmisericordemente refrescante: las mismas ideas (o mejor dicho, clichés) de siempre están allí, pero nada es sagrado. Furiosamente violenta, claroscura, silente, y moralmente ambigua; te va a asfixiar con la más simple de las premisas.
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