Woody Allen la pudo haber escrito mientras dormía, pero aún así se entretiene con lo silly y surreal que es. Los actores están todos en piloto automático y la película es tan dispersa que Roma es lo de menos aquí, pero las historias paralelas son tan gratas como un canapé: ligeras, fáciles de comer, y si te ofrecen, mejor sacar varias. Más divertida que genuinamente buena, pero divertida de todos modos.
*** 1/2
Pew-pew bang-bang por dos horas. Para lo que trata de ser, necesita mucha más trama o por lo menos una escena postcréditos para que no se le note tanto lo desmotivada que es. Sus secuencias de acción podrán estar bien diseñadas y peleadas a lo largo de sus laberínticos aunque a ratos indescifrables entornos, pero aún así es un protocolar reboot noventero y ya. ¡Al menos puedes ver a Bryan Cranston patear culos, si eso sirve de algo!
** 1/2