Los trabajólicos e ingenuos pero claramente oportunistas personajes son identificados por profesión en primer lugar, y luego por carácter, dejando algo que desear en su desarrollo y profundidad. Sin embargo, como sucesión de eventos, es un relato decente de engaños y control de daños, disminuido sólo por su fin - no habrá Ides of March 2, ¿para qué cortarlo ahí?. Buena música atmosférica.
Avísenle a The Girl With The Dragon Tattoo que luchará duro para reclamar su título de "película que te joderá la Navidad". Su asfixiante y nauseabunda relación familiar evidencia los más terribles temores imaginables y las consecuencias de no afrontarlos a tiempo. Los padres curiosos deberán adentrarse aquí con nervios de acero. Gran edición, sonido y foto. Aplausos para Swinton y Miller.
Las contrincantes personalidades obstinadas versus el desbordado, aunque plástico, carisma de Pitt, debatiendo con un uso indiscriminado de tecnicismos y estadísticas, distancian a los infamiliarizados al béisbol, pero a partir del segundo tiempo, el lenguaje universal del deporte y el inevitable apego a los sufridos pero esforzados underdogs harán un hincha de ti. Hay una moraleja aquí, pero no estoy seguro de cómo poder interpretarla con su ambiguo descenlace. Podría clasificar al repechaje y ser vista de nuevo.
Este western altiplánico respeta con estricto heroismo la leyenda de Butch Cassidy sin mucha dimensión o conflicto personal - con la misma película expresando que todo lo acontecido a este hombre sucedió en tiempos pasados. Aún así, las sufrida y aventurera química entre sus protagonistas logra un casual entretenimiento, aunque la verdadera historia aquí es la oda a la extremadamente diversa geografía boliviana.
Este incómodo chico de fachada madura que escribe mejor de lo que habla, narra con una ingeniosa edición, música y cinematografía una historia contada por él mismo sobre sí mismo, donde los recuerdos importan más en imagen que en parlamentos. Un entretenido monólogo saborizado sobre el ser chico y preocuparse demasiado por todo, incluyendo sus propios caprichos juveniles. Es el inverso unplugged de Scott Pilgrim - con sustancia por sobre el estilo.
Fastuosa, visceral y mórbida como la tele del prime time, está consciente de lo explotable que es su premisa del Príncipe y el Mendigo pero unilateral, sin dudar en recurrir a las balaceras escénicas y los placeres carnales con synth-pop ochentero intencionalmente desubicado - pero gracias al dispar trabajo simultáneo de íntegro héroe y volátil villano de Cooper la película gana más de lo que pierde. En especial gracias al volátil villano.