Una historia de padre e hijo como detectives callejeros, que recuerda el cómo las tragedias unen a las familias, por más tragedias que sean. Sus díalogos pueden estar un poco rellenos y saborizados, pero no son nada que perjudique a las sólidas y progresivas interpretaciones de Bichir y Julián, la localizada y flexible música de Desplat, su terrestre cinematografía de constante pasajero, y en especial, sus loables e íntegros valores humanos.
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