Sus chistes son más o menos del mínimo común denominador y su guión es un poquito simplito y de poco peso, pero la actitud boy scout de Seann William Scott te gana con su simpática y optimista ingenuidad, y su brutal disposición a las peleas. Vas a querer romperle el pómulo a alguien cada vez que sale a la cancha. Deportivamente hablando, claro.
*** 1/2
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