Aunque no se aleje mucho del marco de producción de lo que clasificaríamos como cine arte, la película logra llenar los momentos vacíos gracias a Nina Hoss. Su penetrante y desafiante mirada te obliga a ponerte en su mundo, y los aires muertos rápidamente se transforman en instancias de familiar sospecha y sutil rebeldia; pero tan fría a veces que cuando trata con el amor se siente extraño.
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