Errante, nebulosa y críptica, pero nunca perdida. Aunque se deja mucho a la interpretación personal, se logra un debate excelente gracias al sombrío y potencialmente peligroso trabajo de los actores: Phoenix es un animal salvaje con pantalones, Hoffman es un imán tripolar, y cuanto menos se diga de Adams, mejor. ¡Notable producción!
**** 1/2
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