Payne no sólo da con una nota más humana en la tibia química familiar, sino que refleja el actual paisaje económico con un melancólico blanco y negro, lleno de contrastes de humilidad y ambición, y de una vida que ya fue. Su típico humor agridulce aporta más color que textura, pero logra brillar y emocionar gracias a la sinceridad y genuidad de su reparto.
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