Jake Gyllenhaal se convierte en un depredador profesional, en constante e imperdonable acecho por las noches, y sin tiempo que perder: está siempre en control -- y yuxtapuesto a esta música tan bipolar, es el tipo más creepy que he visto en años. Es brutalmente honesta sobre el morbo noticiero, aunque termine desvirtuándose un tanto ante el exceso.
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