Tan elegantemente nauseabunda. Trasciende el morbo para dar con potentes pesadillas de control y sumisión, y de virtudes trastornadas. Con Gnecco y Vicuña así de personalmente comprometidos; una edición que va tan de afuera hacia adentro, directo al núcleo del mal; y una música tan turbulentamente calma, logra ser positivamente intragable.
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