Al fin MacFarlane da con una idea interesante, pero cómo se aburre con ella. Se distrae e hincha tanto con chistes repetidos y secuencias insignificantes que su contenido neto no supera la media hora. Evita el apegarse a la trama como si se tratase de una responsabilidad: no hace nada sino hasta el último minuto, para después simular urgencia y seriedad.
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