Sorrentino finalmente da con una legítima gran belleza con sus hermosas composiciones y ambientaciones, y tras tanto rol secundario que ha tenido últimamente, trae de regreso a Michael Caine en un sobrio esplendor. El director sigue atado a la nostalgia y los ritmos lentos y deambulantes, pero logra dar con su potencia y humor con personajes así de ásperos.
*** 1/2
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