Un visceral y desesperado testimonio de cómo es que la falta de ley sólo engendra más falta de ley, y de cómo es que hasta la ley hecha por uno mismo no basta. Espeluznante y acongojante, da una mirada a un infierno de víctimas, victimarios, y gente que es un poco de ambos, que ya da pena y rabia de lo cada vez más familiar que va siendo.
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