Dinámica y concentrada, pero es más un golpe bajo que algo estratégico. El reparto consigue hacer de uno de los más tranquilos deportes una contienda feroz, llena de egos; pero todo esto se siente muy básico y explotativo. Una crisis paranoica y perfeccionista apenas se explora, y sólo te deja con un racismo y una mala onda agresivamente barata.
Chuuuucha. Sin dudas esta película es uno de los mayores actos de arrogancia que he visto. Pretenciosa, letárgica, e insìpida; aberrante al material original; abusivamente maratónica; y para colmo esto arranca con Snyder rogándonos el callar los spoilers. Fuck you. Ben, relájate, siempre tendremos Argo. Zack, desaparécete.
De verdad se echa de menos a Lynne Ramsay aquí, que esto es terriblemente genérico. Nunca llega a ser fatal ni pobremente ejecutado, que de todos modos tiene acción decente, interpretaciones bien aguerridas y un sólido trabajo de maquillaje (McGregor está irreconocible), pero narrativamente hablando ya la viste mil veces antes. Nada especial.
A la par de las dos anteriores con su colorida y atractiva acción y personajes, pero también con una trama que no va tan lejos como pudo. Esta entrega cuenta con algunos de los muy mejores momentos de la trilogía tanto en comedia como en emoción, pero también refleja lo poco desarrollada que es la serie, con mucho siendo muy "porque sí".
Sin importar los Bay-ismos (larguísima duración, exceso de frases clichés, y más aún de explosiones), es un esfuerzo bien noble. Aguerridísima y muy militarmente consciente de cada parte del proceso, humaniza a las fuerzas armadas concentrándose más en los individuos y sus lazos por sobre algún orgullo patriota.
Si necesitabas algo aún más vacío y estéril que To The Wonder, helo aquí. Una oda a los excesos y los amoríos que llega a inducir el coma del puro aburrimiento, que todo aquí ocurre a un ritmo mileniario y con un significado subatómico. Lubezki se queda dormido detrás de la cámara, mientras que el reparto apenas es un decoración con patas en esto.
Um... ¿yay, esto existe finalmente? No sé qué pensar al respecto, si es que esto sólo fue un esfuerzo pobre, o si es que de verdad el material no daba para más y no ha envejecido muy bien que digamos. Tendrá su química vigente, pero esto tiene más cameos que chistes buenos, los cuales llegan bastante tarde, muy en el tercer acto. Muy anti-nostálgico.
Simpleza perfecta. No reinventará las buddy cop, pero miren cómo construye a su alrededor: tanto detalle, personalidad y sentido del humor. Fácil una de las más ricas e ingeniosamente escritas que el género ha visto jamás. Impactante con las risas, fascinante con lo sombrío y lo adulto, y socialmente consciente; se enseña tanto como se entretiene.
*****
Addendum: ¡Chilenos! Si no han visto Historia de un Oso, pueden verla en los cines a la hora de ir a ver Zootopia: la están dando conjuntamente, antes de la función.
Cuando este año fue malo, fue malo con ganas, pero cuando fue bueno, pues... carajo.
Si el post de lo peor del 2015 fue una compilación de las peores que me ha tocado ver al mando de Bijou Reviews, lo opuesto también es cierto: esta lista sin dudas es de las mejores que he compilado. Sólo la pondría detrás de la del 2012, pero díficil buscarle competencia a una lista de 10 películas con 7 de ellas con nota máxima. Este año habrán sido súper pocas las películas realmente buenas, pero de que lo fueron, innegablemente lo fueron. Así funcionó el año: a dos velocidades. Extra lento y deprimente, o a máxima velocidad a través del espacio/tiempo. Obviamente estas velocidades estaban tan mal distribuidas que cada vez que veía una que me enganchaba sentía una adicción cocainómana correr por mi cuerpo, listo por repetir algo así de potente lo antes posible antes de tener que regresar a lo desesperado por un Óscar o al inevitable crossover entre los Minions y Ted. Necesito más, ¡dame dame dame!
Aún así, a pesar de este crítico desbalance, en general diría que un buen año para al menos una serie de géneros y categorías. Fue un excepcional año para el cine chileno, cargado de interpretaciones emocionalmente indomables, y... hey. Pasó esa cuestión, también. Ya saben. Un Oscar chileno, ¡eh! Historia de un Oso, de PunkRobot, pues. Una redención académica no sólo para No, Gloria y Matar a un Hombre, sino que además es una mayor redención por la animación chilena, una industria que ha estado en pañales por al menos 20 años a pesar de todo el vibrante talento a bordo. Tan así que terminaron ganándole a estándares y leyendas del medio como Don Hertzfeldt y Pixar, ni más ni menos. Ojalá esto signifique un mayor impulso para la animación chilena y veamos más en el cine, que hace al menos cinco años que no ha ocurrido nada mayor aquí.
Y también ha sido un muy buen año para el cine de terror: el 2015 fue el año que Tom at the Farm de Xavier Dolan salió a la luz masiva, y también fue el año que Joel Edgerton debutó con The Gift; y ambas películas me pusieron los pelos de punta con su forma de mirar a una relación antigua, y de cómo todas sus verdades se avalanchan de golpe. Otro debutante fue Alex Garland con Ex Machina, quién llevó la idea central de The Imitation Game y la volvió un examen espeluznantemente sexual. Hasta M. Night Shyamalan recuperó su groove con The Visit, espantando con una insanidad demasiado real justo después de haberte relajado con un par de chistes buenos. Por otro lado, el #OscarsSoWhite habrá estado de moda, pero al menos este fue un año bien sexualmente diverso: Carol, Dope y Freeheld (que no alcancé a ver) llamaron la atención en el lado lésbico, mientras que Tangerine y The Danish Girl hacían lo suyo en el lado transgénero, y el lado gay tuvo representación con filmes como Tom at the Farm, Legend, y... un par que me quiero reservar por el momento. Spoilers.
En fin. No fue el mejor de los años, pero en ciertos subsectores habían gemas. Vayamos de una a la lista partiendo como siempre, enlistando mis películas de la 16 a la 12:
Deadpool de Tim Miller. Sí, sí, ya sé. Es del 2016. Pero hey: considero un "año" como el período entre Oscars, y vi Deadpool antes de este evento. Si lo hubiera visto después, dale, es del 2016. De todos modos creo que el mismo personaje no se hubiera hecho esperar y se hubiera entrometido en esta lista sea como sea. Esta película es totalmente la anti-Fantastic Four: rebosante de personalidad y actitud, con buenos chistes y una genial capacidad para vanagloriarse y ridiculizarse, y sobretodo, una muy buena disposición para disfrutar de sus propios superpoderes. Y eso que tuvo su propio Development Hell, también. No hay excusas, sólo el máximo esfuerzo.
Love & Mercy de Bill Pohlad. Seas fan o no de los Beach Boys, esta película es de las más "reales" que he visto en mucho: el dolor, la paranoia, y el tormento psicológico rara vez se han visto más desgarradores, y pocas veces una creatividad desbordante se ha ejemplificado con tanta fidelidad como lo hizo Paul Dano aquí. Entre su impecable reparto, su errática pero siempre exacta edición y su fotografía que hace valer el dicho de que una foto vale más que mil palabras, esta película es una verdadera revolución para el tan usualmente convencial género de los biopics. Al muy menos, este tipo de películas es la que de verdad te puede hacer un fan de algo que no tenías idea antes.
Victoria de Sebastian Schipper... y de Sturla Brandth Grøvlen. Sí, en una película así hay que darle crédito primordial a su fotógrafo, que... wow. Birdman, revuélcate en tu tumba. Esto es logística e ingeniería pura en función del arte: un ir y venir a través de cuadras y pisos por Berlín, a velocidades lentas y vertiginosas, todo en una sola toma. Y no crean que es algo meramente efectista, que sólo podría decir que esta película e Inside Out fueron las únicas que me hicieron sentir toda la gama de emociones, pero ella lo hizo con una suprema gradualidad que te mete totalmente en la experiencia. Este recooncimiento va en gran parte a Laia Costa, quien me es una electrizante revelación tal como lo fue en su tiempo Sally Hawkins en Happy-go-Lucky.
The Little Prince de Mark Osborne. Esta película debería poner a On Animation Studios en el mapa no sólo por sus sumamente versátiles dotes en animación, sino por las bolas que tuvieron para hacer una película así: no adaptar un libro literalmente, sino que adaptarlo de acuerdo a alguien leyéndolo y de cómo su vida cambia efectivamente gracias a su lectura. Cálida, sincera y con un carisma simpaticón incluso en la frialdad del protocolo social, simplifica un libro bien esotérico sin alterar su mensaje a favor de cuidar la imaginación y la pasión a lo largo de la vida. Vital y emotiva para grandes y chicos, y sorprendentemente estelarizada en su versión doblada -- James Franco como el zorro, un toque.
Sicario de Denis Villeneuve. Había puesto que Iñárritu debería, um, desaparecer por un rato, ¿no? Quisiera reiterar eso teniendo en cuenta que si quiero tener una depresión yendo al cine, la tendría mil veces con Villeneuve. Su cine siempre ha sido bien contundente y gradual, alistándote justo para la mala noticia en el peor momento, pero siempre dejándote con suficiente espacio y tiempo para recuperar el aliento. Y helo aquí su mejor película: dura, laberíntica, engañosa y cruda. No sólo es fundamental hoy en día por retratar una situación contemporánea con brutal franqueza, sino que es un lujo artístico monumental. Emily Blunt y su determinación a pesar de la vulnerabilidad. El relajo tramposo de Josh Brolin. La naturaleza oculta en Benicio del Toro. Y esa cinematografía de Deakins... uf. In situ, totalmente. Lubezki fue prioridad antes, no nos olvidemos de conseguirle un Oscar a esta leyenda también.
Muy bien, pues. Comencemos con la mención honorífica.
#11
El Club
dirigida por Pablo Larraín
Empecemos con lo genial que estuvo el año para el cine chileno hablando de uno de sus mayores referentes internacionales actualmente, Pablo Larraín. Ahora vuelve a esta lista regresando parcialmente al tipo de cine que lo hizo famoso en su ocasión: los dos primeros tercios de su trilogía de Pinochet lidian el tema y sus personajes con una fría humanidad que los distancia bastante de la realidad a su alrededor. Ahora nos encontramos con un similar alejamiento social de parecidas temperaturas, pero el peso de la consciencia aquí es demasiado grande como para ignorar la realidad.
Spotlight pudo haberse llevado el Oscar indagando en víctimas y victimarios en la Iglesia Católica, pero para mí más fuerte me llegó esta otra serie de entrevistas que revelan una serie de hipocresías y pretextos de mierda que sólo están para evadir un castigo mayor, lo que lleva a sentimientos de orgullo y de inocencia autoadjudicada que brotan como violentos géiseres a pesar de la humilidad y lo terrenal que debería ser el trabajo parroquial. Todo este desafío no deja de estar diciendo que por más virtuosa que sea esta institución, sigue siendo una obra humana que acarrea todos sus problemas nativos como el oportunismo moral y las necesidades instintivas.
Cargada de mentiras, semi-verdades e interpretaciones personales descaradas dichas con la escalofriante precisión de una jeringa (como las de Antonia Zegers y Alfredo Castro), y de arranques de furia, represión, orgullo y descontento dichos con la fuerza de un martillo (como las de Alejandro Goic, Marcelo Alonso, y muy evidentemente Roberto Farías); cada uno de estos crímenes llega a escena con todo un peso histórico, con todo el dolor y temor acumulado por saber que el pasado nunca estará demasiado lejos; y con un vocabulario tan controlado como descarrilado, y siempre tocando un nervio social, ético, o sexual, este reparto brilla como uno de los muy mejores que tuvo el 2015: siempre actuando como un colectivo organizado explícita y secretivamente, siempre en alerta ante la presencia del consejero, quién no deja de poner en duda la necesidad de estar organizados así. Simplemente, un impasible, desenfrenado, corrupto, y muy duro de ver caso del uno para todos, y todos para uno que hace de Larraín el más fascinante cineasta chileno hoy en día con toda su desmesurada transparencia, muy del es lo que es. Para qué esconderlo o mitigarlo. Para qué reprimirlo.
Y ahora mismo él está haciendo Neruda... con Gael García Bernal. Y también Jackie, sobre Jackie Onassis... con Natalie Portman. Uff. UFF, les digo. Ok, ahora sí. ¡Chao, 2015!
#10
En la gama de los grises
dirigida por Claudio Marcone
Y seguimos con otra película chilena. En un SANFIC que incluyó dos ganadoras de Cannes, una chilena resultó ser cómodamente mi favorita. Un cálido romance que trasciende convenciones de identidad sexual: habré dado pistas de que tendría películas de interés gay en mi Top 10, ¿pero es esto ello, precisamente hablando? Francisco Celhay interpreta a Bruno, un arquitecto que se está tomando un tiempo fuera de su familia para reflexionar su situación personal. Sin embargo, por cuestiones del trabajo termina conociendo a Fer (Emilio Edwards), un hombre gay con quién termina dando el primer paso experimental. Los días pasan y la relación se afianza, pero a pesar de la sinceridad emocional y afectiva aquí, Bruno aún no se siente cómodo eligiendo una identidad sexual: gay o hetero, ambas opciones le son demasiado significativas como para elegir una y abandonar la otra.
¿Es este un film bisexual, entonces? No sé. Quizás, pero la bisexualidad no se presenta como una opción. Sea lo que sea que es, se trata de un filme que en estos días de diversad e inclusión hacía falta mencionar. Lo trans y lo gay estarán de moda, ¿pero qué sucede con el legítimamente inseguro e incierto? Marcone y los protagonistas hacen un trabajo más que refrescante en el tema, poniendo un gran énfasis en la química y los contextos más que en la pasión por el fruto prohibido o en el orgullo gay -- o lo opuesto, como la heteronorma o la homofobia. Celhay y Edwards hacen un espléndido y conmovedor desempeño armando una amistad basada en lo complementario de sus personalidades, y a medida que caen enamorados ello no se pierde en lo absoluto a pesar de que empiezan a verse con otros ojos. Podrá ser una película gay o una película sexualmente incategorizable; pero sea como sea es un romance que funciona universalmente: es tierna y comprensiva por donde se le mire. No ataca la vena vulnerable en todo esto, sino que espera la turbulencia y deja que ocurra sin prejuiciar, pero tampoco sin ignorar la realidad y las consecuencias.
Por cierto, este año fueron los primeros Premios Caleuche (nuestros SAGs, por decirlo así), y vaya que faltaron estos dos tipos entre los nominados. Celhay lleva a cabo una dignísima transformación, yendo desde la incómoda timidez a una explosiva apertura, y de ahí a nuevos horizontes más frágiles; mientras que Edwards es un compadre. Eléctrico, vibrante, confiable y siempre con algo interesante bajo la manga. Sientes que ya lo has visto antes. Y bueno, está el otro personaje aquí: Santiago. Tenemos un Ministerio de Turismo y todo, pero Marcone retrata a nuestra capital con tanto propósito y personalidad que nada de lo que ellos pueden hacer para incentivar el visitar nuestra metropólis podrá superar este film. Marcone hizo del Mapocho y de viejas catacumbas algo legítimamente romántico y nostálgico -- o sea, wow.
#9
Spy
dirigida por Paul Feig
Miren, podría estar dándole el mismo trato que le dí a las otras películas que he mencionado ya a esta película, pero siento que no le estaría haciendo un favor. Son Paul Feig y Melissa McCarthy. Han hecho buenas películas juntos, pero todas ellas han sido característicamente ligeras y relajadas a pesar de tratarse de algo como la determinación de las mujeres. Son de un humor bien ruidoso pues, nada que de verdad te haga crujir el cerebro con metáforas y analogías. Son simplemente un buen y sencillo rato en el cine. Sin embargo, tratándose de Spy al menos diré esto: este año volvieron James Bond e Ethan Hunt, mientras que los Kingsmen se adaptaron al cine. Todos estos clásicos pioneros, y sin embargo una dupla virtualmente en piloto autómatico los dejó en el polvo. Simplemente funcionan.
Esta no es una historia revolucionaria de conspiraciones dentro de otras conspiraciones, ni hay siquiera un magnate que quiere dominar el mundo. Es simplemente una historia de una mujer que por cosas de la vida termina siendo una agente secreta. Ella tiene sus motivos sentimentales para serlo, y dentro de todo está adecuadamente preparada para el desafío, pero aún así se siente muy fuera de su liga. Eso es, básicamente. ¿Cuál es el gancho aquí? Más que nada la calidad de su ejecución. No será la película más innovadora por ningún motivo, pero es sin duda el mayor cague de risa que he tenido en el cine en bastante, bastante tiempo. ¿Dónde parto, siquiera? McCarthy de por sí ya está excepcional tanto en presencia como en combate; Jude Law será un James Bond Acuenta, pero sigue siendo un James Bond; Jason Statham... carajo, Jason Statham. Ya quiero ver un spin-off para CADA UNA de las cosas que salen de su boca. Y eso que no he mencionado a Miranda Hart, Allison Janney, Rose Byrne, Peter Serafinowicz o, um, 50 Cent.
Y esa es la cuestión: Como comedia, esta película es una avalancha. Te va a arrasar con su muy orgánica y natural química de trabajo que rinde el mayor provecho a cada chiste y a cada actor en pantalla. Si estás en esta película, vas a tener que hacer algo. Vas a tener *tu* escena, y vamos a ir cambiando las reglas cada cierto tiempo. Relajada al mismo tiempo que es dinámica, sin dudas se trata de la mejor película de Feig y McCarthy, y ambos como dupla creativa deberían empezar a tener el mismo peso que por ejemplo Scorsese y DiCaprio o Burton y Depp. Son tan simbióticos y sinergéticos que los dos sacan a relucir lo mejor de cada uno, y nosotros nos beneficiamos más del simplemente tenerlos ahí siendo ellos mismos. ¿Siguen temerosos por la nueva de Ghostbusters con sólo mujeres? Eso ya es puro prejuicio y lo saben.
#8
Mad Max: Fury Road
dirigida por George Miller
6 Oscars después, ¿qué más quieren que diga de esta película? ¿Qué más se puede decir de esta obra maestra de la acción? ¿A qué dios tenemos que venerar por toda la vida por permitirnos este milagro? ¿Al V8? ¿Al mismo que hizo posible Boyhood? Tal como Gravity en su ocasión, si iban a invertir buena plata para ir al cine sólo una vez en todo el 2015... más que por Star Wars, Avengers, o cualquier otra cosa, era esta montaña rusa puntiaguda, oxidada y hecha a base de sobras ubicada en el desierto, que va a mil por hora con explosiones en cada curva, que cuenta con 30 disparos de pistola por segundo. Y sin cinturones de seguridad, claramente, que necesitamos a toda esa gente volar por los aires con cada evento en el recorrido, y además tiene un ángulo social bien fuerte con lo que respecta a la igualdad de géneros y la objetificación de las mujeres. Deslumbrante, adrenalínica, relevante: una trifecta total.
Treinta años más o menos desde la última entrega de esta franquicia, y vuelve con el mismo director de las mismas de siempre, y le sueltan toda rienda posible: este tipo de cosas suceden, no sé. Efectivamente una vez cada treinta años, y sólo para un muy, muy, muy selecto puñado de autores, como James Cameron o George Lucas. Y aún así, de algún modo esta mamba negra de tétano y heavy metal supo dejar atrás con gallarda confianza a asegurados cánones del mundo de los blockbusters.
Y con un octanaje así, ¿como no iba a hacerlo? ¿cómo es que esto no iría a convertirse en una de las más entretenidas y liberantes de los últimos tiempos? Esta sí que es una Rápida y Furiosa -- la Imperator hace valer el nombre por su cuenta mucho mejor de lo que 7 películas y contando de Vin Diesel y Paul Walker pudieron. ¿Y los demás? Uf. Nux por su cuenta destruye a Leónidas en 300 para volverse el nuevo personaje para citar por años y años; mientras que la taciturna disposición de Max le permite marcar el compás a esta desquiciada orquesta: de la calma a la tormenta en cuestión de segundos a cada segundo. E Immortan... un nuevo Darth Vader, una fascinante nueva referencia para los villanos a venir con su ferviente megalomanía e imponente presencia. Lo dije antes y lo vuelvo a decir: esto es una visión. Es un milagro. Esto es una labor de amor y locura. Esto se siente como la esperanza.
Si este año no fuiste testigo de Mad Max, mediocre. Nadie te va a esperar en Valhalla. Oh, qué película. ¡¡QUE HERMOSA PELÍCULA!!
#7
The Hateful Eight
dirigida por Quentin Tarantino
Otra de las películas más entretenidas y violentas del año, pero esta bien podría ser la hermana gemela opuesta a Mad Max: mientras que esa se va de cabeza a la acción a mil por hora, esta es mucho, mucho más paciente y conversacional, más dispuesta a hacerte esperar en dulce y agónica tortura hasta que la presión no da más y algo -- o alguien -- tiene que ceder. Alguien tiene que recibir ese balazo, ese golpe, esa dosis de verdad que venía guardandose, fermentándose por años y años. Quentin Tarantino siempre ha sido un as para la conversación y los personajes rebosantes de personalidad, y aquí está una tesis suya al respecto: no importan todos esos contratiempos que tuvo, como el que se filtrara todo el guión, que uno del reparto estuviera aparentemente involucrado en ello, y que las salas de cine no querían acondicionarse para recibir la película en su original y muy de antaño 70 mms. Esta terminó siendo la película más Tarantino que ha hecho en mucho, mucho tiempo.
Y quién sabe. Por más inintencionales que hayan sido, quizás todos esos problemas previos y posteriores a la producción hicieron de la película mejor, a largo plazo. La mantuvieron más tiempo en conversa como algo que se llevaba a cabo problemáticamente, te dejaba pensando en el "¿quién se está cagando a quién?", muy como preparándonos para lo que se vendría. Este guión, esta bestia -- esta hidra del lenguaje, una maraña de verdades y mentiras que por cada paliza y balazo de certeza que te asieste te los va a dar con nuevos puntos ciegos con los cuales lidiar. Te invita a desenredarla, a dejarte perder entre personalidades y conspiraciones que van a estar batallándose por tu atención como si cada una de ellas fuera la real protagonista del asunto. ¿Qué chucha pasó? ¿Cómo chucha pasó? ¿Quién está diciendo la verdad aquí?
Lo más fascinante de todo esto es que por más que esto sea un tirar la cuerda a ciegas entre ocho individuos, jamás se siente conflictiva o desbalanceada. Tarantino no sólo es genial con las palabras, sino que además con los repartos es dinamita. Enlistar las cualidades de cada me sería un desvío demasiado extenso para los límites que me tengo en estos comentarios, pero me voy a limitar al astuto control del ya clásico Samuel L. Jackson (otra dupla vital para el cine, él y QT); la MUY a pesar de todo nobilidad y compromiso laboral de Kurt Russell; la tan despreocupada por todo que bordea muy hipnotizantemente en lo caótico con Jennifer Jason Leigh; y la compostura y clase que brinda Tim Roth a un entorno tan visceral y soez. Podría seguir y seguir fascinándome a tal punto de que estaría entrando en spoilers, pero al igual que Spy, si estás aquí, *tienes* que dejar una huella, aunque estés por 2 minutos. Y vaya qué lo lograron. El mejor reparto que vió el 2015, sin dudas. Déjate perder entre gritos y traiciones aquí.
#6
Me and Earl and the Dying Girl
dirigida por Alfonso Gomez-Rejon
Una de las más aplaudidas muy a comienzos del año terminó pasando bien desapercibida al final, pero si hay justicia en este mundo (nunca hay que perder la esperanza), esto está por ser un clásico juvenil a descubrir. Cuando las masas ya se aburran de la plasticidad sobreazucarada de John Green y The Fault in Our Stars, van a darse cuenta de la existencia de esta otra gema que mira a la muerte prematura con ojos más sobrios, que lentamente se van abriendo para permitir ver los detalles pequeños, y poco a poco se van agüando. Miren, sólo voy a decir esto: he visto esta película dos veces ya. Y en ambas ocasiones, a partir del segundo acto, ya sentía un fuertísimo nudo en la garganta. Ese sentimiento de inevitabilidad que puedes deducir con el título que incluye "... and the Dying Girl". Y aún así...
... y aún así esta película no va nunca a una parte sentimentalista o excesivamente sombría. Ni siquiera tiene un ángulo romántico. Es simplemente la historia de un chico que mediante el ir conociendo a una chica con cáncer terminal va cambiando a medida que se va involucrando con ella. Un chico bien distante y ermitaño que por cuestiones más o menos de autoridad le toca sentir el peso de la mortalidad, y va con cierta mala gana dándose cuenta en lo importante en el comprometerse y dejarse querer, y en el pensar a futuro y en el apreciar el pasado que siempre está enriqueciéndose. Sonará cliché y puede que esté sobreescrita en ciertas áreas, pero la forma en que este chico se va desprendiendo de su "ingenio social" que es básicamente un mecanismo de defensa me es algo bien conmovedor de ver. En lo real y palpable, el ingenio es un adorno. Lo importante es el sentimiento. Te quieren por quién eres, no por quién pretendes ser.
Puede que esté dándole un bajón a esta película con lo formal que he estado escribiéndola, pero déjenme decirles que a pesar de haber estado sintiendo las lágrimas esta película jamás es abrumadoramente triste. Todo lo contrario: música bien upbeat y amena para hacer valer lo efervescente y creciente de esta amistad, buen humor que incluye algo muy para mí (y para los chicos de The Wolfpack, también): filmes clásicos distorsionados con juegos de palabras y básicamente producidos por un Todo a Mil (2:48 PM Cowboy, mi favorita), y una fotografía y edición de lujo que permite apreciar desde todos los ángulos un entorno escolar cada vez más extranjero y una habitación de chica que se nos hace cada vez más como un hogar. A diferencia de 'Fault', esta no es una película sobre la muerte, que tan fatídica no es. Es una película sobre la amistad. Lo bueno, lo malo, lo latente, lo sorpresivo, lo que entregas y lo que recibes. Apenas la vi y ya sentía que echaba de menos a mis amigos -- esta te va a hacer sentir agradecido de ser parte de algo.
#5
45 Years
dirigida por Andrew Haigh
Otra película sobre el conocernos, pero mucho más extrema a pesar de lo sutil y gradual que es. Una que arde a fuego lento y te va devastando de a poquito, creando grietas en tí para que las dudas se cuelen por los resquicios del corazón. Charlotte Rampling (en una actuación por la que debió haber ganado el Oscar) interpreta a Kate, una mujer apunto de cumplir 45 años casada con su esposo Geoff (Tom Courtenay), para lo cual ellos van a celebrarlo en grande con amigos y familiares en un salón de eventos. Sin embargo, días antes del suceso, Geoff recibe una carta informándole de que encontraron el cadáver de su antigua novia fue encontrado. Un trágico acontecer, claro, que tras 45 años de matrimonio debería haberse lidiado emocionalmente. Sin embargo, con el correr de los días, Kate y Geoff empezarán a desencajarse de a poco a medida que reviven el pasado y caen en cuenta del significado de las posibilidades que no fueron.
Películas como Force Majeure, The Gift y esta misma me fascinan tanto por sus dura revelaciones basada en casos hipotéticos o vividos tan en el pasado que no necesariamente son un reflejo del presente. Son cosas que te hacen conversar sobre el cuán bien crees conocerte a tí mismo y a los demás, y del si eres posible de aceptar una respuesta incómoda para algo tan... superficial. Sin embargo, la genialidad en 45 Years está en cómo vuelve esa superficialidad en algo existencial, en algo que de verdad condicionó la atmósfera hogareña de Kate y Geoff. Son gente común y corriente que les toca vivir algo demasiado particular en el peor momento posible: cuando ya es demasiado tarde. Con elegancia y fortaleza, Kate indaga y medita sobre las consecuencias macro y micro, mientras que Geoff va siendo cada vez más distante, ensimismado en algo latente que le cuesta poner en palabras cómodas o del todo honestas. Y eso qué son ellos, ¿pero qué tal tú, o yo, o cualquier otra relación de... toda una vida, realmente? ¿Cuánto bagaje de la vida es demasiado?
Andrew Haigh, experto en la intimidad y la libertad de la soledad, permite que sus personajes se transformen a medida que las cosas les vayan haciendo más sentido -- y cada revelación aquí y cambio de personalidad va enriqueciendo la experiencia, llenándola de aristas y texturas que reconfiguran un paisaje mantenido por básicamente toda una vida. Y sí, por lo tanto, mejora bastante en las repeticiones. Creativa, vibrante, resquebrajante, honesta incluso en la semi-verdad, y con uno de los finales más perfectos y poéticos que he visto en años, es sin dudas una de las que más me han quedado rebotando en la cabeza por todo lo que significa, por todo este darse cuenta del cómo hemos ido conociendo a las personas y del cómo ello nos ha moldeado. ¿Alguna vez tuvimos chance de ser diferentes, o estuvimos siempre destinados a esto?
#4
El Clan
dirigida por Pablo Trapero
Había dicho que fue un muy buen año para las películas de terror, y las que mejor funcionan conmigo son las que están basadas en lo real y lo posible. Martha Marcy May Marlene, We Need to Talk About Kevin, cosas así. Y ahora llega este nuevo espanto, esta película conducida por un Guillermo Francella que es un Hannibal Lecter argentino con toda su presencia que se turna entre lo familiar y lo monstruoso, con ojos perforantes y vigilantes, que todos son sus presas aquí: desde la gente que su sociedad de mierda atrapa y los familiares aterrados ante lo peor que puede pasar, hasta su propia familia, que todo lo que han recibido ellos en su crianza ha sido gracias a lo que sus crímenes han brindado; y nadie ha sentido esta asfixia de privilegio y vergüenza más que el hijo, interpretado por un Peter Lanzani en eterno conflicto moral que se guarda a sí mismo.
¿De qué se trata, pues? Es la historia de los Puccios, una familia bonaerense que en los 80s se dedicaron al secuestro de personas, que concluían con la ejecución de los secuestrados tras la obtención del dinero de rescate. Y todo bajo el alero protector del gobierno militar de ese entonces. Encantador. Lo que es más terrorífico aquí es... la casualidad de todo el asunto. Una vez más, volviendo al tema del cómo es que conocemos las personas, a estos tipos de verdad no los conocemos, pero perfectamente son tipos cualquiera. Te engatusan con su familia perfecta y el prestigio de Álex (Lanzani), idolatrado por ser parte de la selección argentina de rugby. ¡Un puma, pues! Sin embargo, así es como te atrapan -- o al menos, así es como lo hace Arquímides (Francella). Te deslumbra con confianza y servicio cuando en realidad recaba información sobre tí para explotarte en cada punto de tu calvario. Sabe cómo capturarte, porque le tienes confianza. Sabe cómo llegar a tus viejos, porque sabe cómo darle donde más duele. Sabe como llegar a sus propios hijos, porque gracias a él es que son lo que son -- y el hará todo por mantener ese orden.
Las interpretaciones de Francella y Lanzani están impecables; el primero como un patriarca depredador, y el segundo conteniéndose los sentimientos encontrados con esta tradición familiar. Sin embargo, lo que de VERDAD ensalza esta película es su presentación. Esta mezcla de felicidad con pavor, de saber que estás viviendo los años dorados pero sabes de dónde vienen, y que además no puedes escapar de ellos. Este soundtrack confundido, irónico, desencajante que hace de la atrocidad una rutina -- y ello de por sí lo vuelve más espeluznante aún. Y cómo no, esa cinematografía con sus tomas largas y acompañantes, como un integrante invisible en la operación, que te va a dejar con el corazón latiendo a un pulso morboso, a la dolorosa espera de que todo se vaya al carajo en un parpadeo. Esto es terror: esto pasó, y que se cuente así, con todo su descaro y su inhumanidad, me deja los pelos de punta más que cualquier actividad paranormal. Qué cresta le pasa al mundo. Qué cresta le pasa a la gente, digo.
#3
El Bosque de Karadima
dirigida por Matías Lira
No sé qué le hizo la Iglesia Católica al cine chileno, pero dos de sus mejores películas fueron precisamente críticas muy cortopunzantes a su forma de operar y administrar justicia. Spotlight está bien, pero Matías Lira de verdad me hizo hervir la sangre y me dio un asco mucho mayor, que con sus partes The Master, Foxcatcher y Martha Marcy May Marlene, es un sofocante retrato del cómo es que la fe y el amor se convierten en un culto con una enfermiza dosis de carisma y autoridad. Explícita, durísima de ver y peor aún de imaginar sus ramificaciones, me hizo querer todo a la chucha tras verla. ¿Cómo es que dejamos que esto suceda? ¿En qué mierda nos equivocamos?
Como lo explicó la ganadora del Oscar, este filme retrata una entrega de confianza que súbitamente se pervierte y abusa, dejando a las víctimas en la duda de si lo son o no realmente. Alguien muy valorado por tu familia y tu vecindario se empieza a fijar en tí y sientes algo especial ante esa atención. Las conversaciones van siendo cada vez más largas e íntimas a tal punto de que un secreto entre ambos es invaluable: hay algo que sólo tú y él saben -- pero como él es tu guía espiritual, es él quien está en control de lo que sucede, y sólo él tiene la autoridad como para dar un juicio al respecto. Y en tal relación, el placer carnal y la culpa del pecado se van entremezclando y difuminando hasta que los dos son uno: si quieres placer, tienes que admitirlo como pecado y dejar que él conduzca tu vida, dictaminando cuándo tienes placer y cuándo debes confesarte. Una presión abominable e inacostumbrable, algo que está esperando a derrumbarse.
Luis Gnecco da una actuación que el cine chileno debería atesorar por años, yendo de lo incómodamente afable a lo ebrio de poder, o de lo enamoradizo y acariciante a lo mafioso y perturbador en cuestión de segundos en las puertas cerradas de la Iglesia, siempre haciendo valer en pantalla su cargo superior ante los demás para dar donde más duele: en la represión sexual, en la labor moral de la Iglesia, o bien, en la vida familiar, forjando y deformando vidas a su antojo -- algo a lo que Pedro Campos y Sebastián Vicuña harán lo posible por adecuarse, aceptando el ser carcomidos por dentro con tal de satisfacer las necesidades espirituales y personales. Y si además le acompañamos una de las mejores ediciones del año -- una fínisma deconstrucción de afuera hacia adentro, atacando el problema desde el antes y el después para llegar a su punto central de inflexión, esta me es el mayor ejemplo de lo brutal que estuvo el cine chileno este 2015: este fue un knock-out que me dejó sin aliento, desconcertado, apunto de vomitar, y preguntándome porqué. Estelar.
#2
Inside Out
dirigida por Pete Docter y Ronnie del Carmen
Pixar volvió... y wow, cómo lo hizo, creando por lejos su mejor película en lo que llevan activos. Uno de los filmes narrativamente más elegantes que he visto en mi vida, tomando ideas tan vastas y complejas, y las simplifica sin sacrificar su significado o importancia, entretejiendo dos historias completamente independientes pero relacionadas entre sí en el proceso. Hace digeribles los enciclopédicos ensayos de mil y un psicólogos y sociólogos con buen humor y un vigoroso corazón que te hace sentir toda su paleta de emociones: alegría, tristeza, enojo, miedo y desagrado. El 2015 sólo vio dos obras maestras a mi juicio: Mad Max, y esta. Son cuestiones de un calibre olímpico.
Tanto se habla de que Pixar ha estado haciéndole secuelas a las películas equivocadas últimamente, y ya habiendo confirmado The Incredibles 2, sería bien bueno que esa conversación termine de una vez y empiecen a considerar futuras entregas para esta trascendental película. Tal como Andy creciendo con sus juguetes, o tal como Mason viviendo con su familia, cada posterior entrega podría lidiar con nuevas etapas en la vida de Riley: su primer amor, cuando le toque mudarse de casa, cuando se case y forme familia, cuando pierda a su primer ser querido; en fin, distintas formas de explorar un proceso mental tan universal como único para cada individuo, que todos sentimos estas mismas emociones pero en diferentes intensidades u orden. Este es un material infinitamente explorable por todo lo que tiene que decir sobre nosotros, y con el gentil y simpaticón carisma que tiene, quiero tener más lecciones así.
Esta película simplemente rebosa de personalidad en cada píxel suyo, desde el movimiento y la expresión de cada personaje, desde la hiperactividad de Alegría a la letárgica y tímida disposición de Tristeza; hasta el diseño cuidadosamente planeado con sus estructuras, jerarquías y útiles de trabajo -- ¿y todo para qué? Para explicar en palabras sencillas algo tan terrenal como el temor al cambiar de casa, o el darse cuenta de lo mucho que duele el echar de menos, o el cómo se siente cuando uno no puede forzar una sonrisa. "Relevante" es un adjetivo que muchas películas persiguen, pero más que cualquier drama político o bélico, Inside Out diría que es la que más urgiría a todo tipo de personas a ver: desde niños pequeños para que se entretegan entendiendo el significado del sentirse triste, hasta sus padres para que adquieran mayor consciencia sobre el desarrollo emocional de sus hijos. Desde animadores y artistas conceptuales para que se inspiren con un universo tan rico y vibrante como este, hasta escritores para que descubran nuevas formas de intertextualidad, de conectar tramas y conceptos distantes entre sí. Absolutamente todos tienen algo que ver aquí. Relevante sólo por virtud de lo buena que es -- soberbio.
#1
It Follows
dirigida por David Robert Mitchell
¿Saben qué? Mentí de nuevo. Será cierto que las películas de terror que más me lleguen son las basadas en la misma realidad que vivimos, pero este año la cuestión fue todo lo contrario. Al fin, una paranormal, una demoníaca me posee completamente, ¿y con qué concepto lo hizo? ¿Alguna casa embrujada, alguna cinta de vídeo embrujada o algo? Pues... um, es sobre un ser que se transmite sexualmente, que sólo puede caminar hacia la última persona con la que hiciste el amor pero cuando la alcanza, la mata, y luego te mata a tí a menos que tengas sexo con otra persona y ahora esa otra persona es el nuevo objetivo, ¿y así sucesivamente como si fuera una estafa piramidal? Ah, y este ser es además invisible e irreconocible, porque no tiene forma física definida.
Um... okay, lo admito: este concepto está bananas. No hay forma sencilla de explicar esta premisa, ¿pero quieren saber algo? Funciona. Sencillamente funciona a base de pura confianza, astucia y eficiencia. Se aprovecha de tus miedos más básicos e instintivos con un impactante minimalismo: el miedo a morir, a la soledad, al sexo, a los espacios abiertos, a lo inevitable, al sedentarismo, a los desconocidos. Golpea cada uno de estos nervios con un sólo movimiento de cámara que se desliza tratando de cubrir todos sus puntos ciegos, una banda sonora que se eleva en el momento justo con un exacto contraste de disonancia y melodía, e interpretaciones de actores que están tan en la duda como nosotros frente a estos temas y este monstruo, yendo del no ser capaces de tomarlo en serio al tratar de entenderlo, combatirlo y al resignarse a la condena. De hecho, por cómo se construye te invita a ser parte de esto, a ser otro ser invisible e irreconocible, a imaginarte tus propias soluciones en cada momento, a examinar cada escenario y cada personaje para estar tan alerta como ellos. Un videojuego de esto simplemente está esperando a ocurrir -- ¿se imaginan algo que funcione a base de Oculus Rift con esta idea? Carajo.
Y logra todo ello siendo además una de las más hermosas que he visto y escuchado en mi vida también: esta cinematografía de Mike Gioulakis debería haber ganado el Oscar todos los días de la semana. Composición tras composición, secuencia tras secuencia, cada fotograma de esta película es como para enmarcarla -- y las de la escena final son como para un museo, sinceramente hablando. Apunta la cámara con suma poesía, siempre encontrando belleza en el más aterrador de los momentos; y la edición de Julio Perez mantiene las cosas siempre vigorosas, siempre con la idea presente de que fuera de pantalla, muy lejos de donde están los personajes, hay algo que se aproxima a matarte. No pierde el tiempo, pero tampoco corre: deja que las cosas duren justo lo necesario para evocar una sensación, una emoción pura, la cual es magníficamente complementada por la ennervante, rasposa y tintilante música de Disasterpeace; y vivida por los actores como Maika Monroe, Keir Gilchrist y Daniel Zovatto con un sobrio pero siempre flexible rango que mantiene la película a raya de las típicas crisis nerviosas, lágrimas inconsolables y chistes fuera de lugar. Siempre están tratando de entender qué sucede: siempre quieren aprender.
Y he aquí la cuestión: esta película, con todo lo dicho, sólo costó 2 millones. FUCK. Inside Out costó 175 millones, Mad Max unos 150... carajo. Esas dos películas por siempre serán clásicos del cine animado y de acción, pero sus presupuestos siempre serán demasiado prohibitivos como para cualquiera que desee intentarlo por sus propios medios. It Follows no podría ser más eficiente en su ejecución -- llega a sacar mejor provecho de sus cuentas que Whiplash incluso (3.3 millones), y es por eso que quiero harto a este filme: cualquiera puede hacerlo. David Robert Mitchell tomó carbón y pulió el diamante más grande del año. Nada aquí está fuera del alcance de cualquiera que esté apasionado narrativamente. ¿2 millones? Contemos algo que aproveche cada centavo de esos 2 millones, y hagámoslo bien. Que el concepto sea súper específico, pero que lo llevemos a cabo con toda la seriedad del más grande de los autores. ¿No tenemos actores o gente a bordo de renombre? La fama es secundaria: lo que importa es el talento. Vamos a hacer que estos tipos sean de renombre. Disasterpeace, Mike Gioulakis, Jose Perez, Maika Monroe, Keir Gilchrist, Daniel Zovatto... David Robert Mitchell. Recuerden estos nombres, que It Follows debería serles un fenomenal augurio.
Ya mencioné que este no fue un buen año para el cine, pero con películas como It Follows quedó claro cuál era la solución: "They looked", como en The Big Short. Había que buscar en otra parte: el género de terror y las película independientes se estaban guardando sus gemas este año con esta película, Ex Machina, Spring y Tom at the Farm; el cine chileno estaba adquiriendo una fascinante nueva identidad, cargada de personalidad y sexualidad; los blockbusters se pondrían magníficamente autorales con Mad Max e Inside Out, y nuevas formas de hacer cine aparecieron como Tangerine, Sicario y The Little Prince. Para mí, este filme representó la mayor bocanada de aire fresco, algo sumamente completo y compacto, rico en texturas y colores, y con un núcleo duro que tienes que procesar por su muy buen tiempo. Había que intentar cosas nuevas en formatos diferentes, y ningún filme este año me fue más refrescante, prometedor y sorpresivo que It Follows: desde su inmaculada confección, su bizarra trama, a toda la psicología que se desprende de ella, es un filme único. Mitchell necesita más plata. Necesita menos plata. Necesita seguir haciendo cine de todo tipo sea como sea, que con todo el cariño y ambición que le pone al medio, logró hacer que una de terror -- una de mi género menos pensado -- sea mi favorita del año. ¿De qué otros géneros me he estado privando? Ojalá Mitchell me apunte a ellos en el futuro.
Y estamos. El 2015 fue bien duro, pero como It Follows lo demostró, hay que tener fe. La originalidad va a tener sus formas de aparecerse, que esa es su gracia. Ser original a pesar de todas las cosas. Entonces, ¿qué podemos esperarnos para este 2016?
Suicide Squad de David Ayer. Ya que la de Batman vs. Superman está más o menos a la vuelta de la esquina, vamos con una que tenemos que esperar más. David Ayer me sorprendió en el 2012 con su fraternal y aguerrida End of Watch, y desde entonces como que he quedado en puntos suspensivos ante algo nuevo de él... y por cosas del destino, le tocó hacer una de anti-héroes. Una que va a significar el regreso del Joker a las salas de cine, ni más ni menos: Heath Ledger dejó la vara bien alta, ¡veamos cómo lo hace Jared Leto! Pero si es de cómics... hey.
X-Men: Apocalypse de Bryan Singer. ¡Hey! Eso fue rápido. ¿Quizás demasiado rápido? No me esperaba que una tan colosal como Days of Future Past fuera a tener una secuela apenas dos años después. Sea como sea, más emocionado no podría estar, no sólo porque el asunto ha ido mejorando muy exponencialmente, sino porque Apocalypse fue uno de los villanos de mi niñez, y ya con 30 años finalmente puedo quitarlo de la lista. Entre lo nostálgico y lo excitante de ver a McAvoy, Fassbender y Lawrence en una misma película de nuevo, me estoy volviendo un elemental de hype.
La La Land, de Damien Chazelle. FUCK. YES. No tuvimos que esperar mucho para ver a este maestro de orquesta de regreso, pero por lo visto en esta ocasión las revoluciones y las intesidades podrían bajar bastante. Un romance musical con Emma Stone, Ryan Gosling... y, ah, J.K. Simmons, como "Boss" ¿Premonición? Fuera de chistes, todos estos nombres me dejan una sonrisa, y dentro de todo algo así, quizás más ligero y groovy es justo lo que se necesita después de toda la guerra que representó Whiplash. Y bueno, sin importar las cosas, ya estoy reservándome ese soundtrack.
Now You See Me 2 de Jon M. Chu. Saben qué, vayanse a la mierda todos los críticos del mundo. La original fue uno de los ratos imposibles más relajados y divertidos que he tenido en mucho. Un excepcional reparto por donde se le mire, una trama que se reduce a un "¡¡magos ladrones!!" con toda la felicidad de un perrito recibiéndote al llegar a casa -- estoy contando los segundos para este segundo acto, que es por esta cosas por las que está bien apagar el cerebro de tanto en tanto. Déjate llevar por la literal magia del cine. Ah, ¡y Daniel Radcliffe! En serio, no me aguanto.
The Disaster ArtistThe Masterpiece The Disaster Artist de James Franco. Voy a terminar este bloque de las coming soon con una curiosidad que estoy seguro que a más de un amigo mío le puede interesar. Resulta que está esta película legendariamente mala llamada The Room de Tommy Wiseau, que -- ah, para qué me molesto. De seguro ya viste los memes por ahí. "Oh hai Mark", "You're tearing me apart, Lisa!", y todos esos balones de fútbol americano. James Franco dirigió la adaptación del libro que recuenta su detrás de cámaras, y con un reparto que incluye a Alison Brie, Zac Efron, Bryan Cranston, Seth Rogen, y el hermano de James, Dave... esta bien podría ser la nueva Ed Wood (dicho esto, ¿James Franco dirigiendo?).
Eso sería todo. Adiós 2015. ¡Con ustedes, los Platters!