Con nobleza y admiración palpable, pero vaya lo seco que es el guión y las actuaciones en general. Fuera de ciertas escenas de Jason Sudeikis y Jeremy Irons, no tiene nada realmente memorable o distintivo. Es un repaso tan delimitado y protocolar, que más que sentirse como algo creativo, se siente como una forzosa materia de clases. Bizarra inclusión de Reifenstahl.
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