Qué película más dispar. Simpática y visualmente lograda cuando se trata del dragón, pero abismal cuando se trata de los humanos. No hay consistencia con el personaje de Oakes Fegley, Bryce Dallas Howard aporta cero, y Robert Redford aún menos. El resto son clichés riffeables. Inintencionalmente divertida, o quizás, agradablemente mala.
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