Andrew Garfield, Japón y el Cristianismo -- una combinación que rinde, parece. Un desafío de fe tan espeluznante como recompensante; tan virtuosamente revitalizante como es dolorosa e inmensamente consciente de los límites y defectos del ser humano. Algunas decisiones de estilo se sienten bizarras (villanos, ¿idioma?), pero nada le quita lo impactante y bella.
★★★★
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