Con una duración así le cuesta un poco encontrar su tono, pero una vez que lo hace absorbe con frialdad, violencia, conspiración, y una determinación inamovible. Jamás sabremos qué tal hubiera estado Spacey, pero Plummer domina a la distancia condicionando toda la película (aunque a veces la post-pro de urgencia es obvia), mientras que Williams arde de carácter en su desesperación.
★★★★
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