De buen corazón y humor, aunque como película de citas es un Pinterest trillado. De desclasamientos y rencillas familiares, pero se esmera más inspirándote a visitar Singapur, tener una boda de ensueño, y renovar tu clóset. ¡Hasta tiene un supercut de probarse ropa al ritmo de Material Girl! Inofensiva, pero este guión prefiere no ambicionarse ante el escapismo.
Muy hecha para su gente, pero no por eso completamente impenetrable. Si bien en estructura y lenguaje se vuelve cansina, nunca traiciona su peculiaridad: con esos sets inmaculados, esa cinematografía tan eficiente como efectiva, y su naturaleza tan meta, va de lo absurdo al delirio y viceversa. Aún así, sí: su artífice agota, y hay partes mejores que otras.
Un Oscar-bait que por defecto cuenta con buenas interpretaciones, pero que le puedes adivinar la trama desde los 10 minutos. Casi ninguna sorpresa aquí (fuera del que *esa* actriz no sea Cara Delevingne, honestamente), pero al menos tras tanta represión y gesto subliminal logra culminar en un crescendo de inevitabilidades. Hay una mejor película escondida aquí, eso sí.
Decepción. Literales leyendas a bordo haciendo un carismático y teatral alarde, y una premisa muy ideal para un laberinto de cortesías y manías... ¿pero donde está el tercer acto? Esto no puede terminar así-- y de paso, no puede empezar así con esa cantidad tan abrumantemente letárgica de tangentes conversacionales. Tanto ruido furioso para absolutamente ninguna nuez.
Rebosante de simbolismos, trascendencia, y buenas intenciones; pero esto es de un modesto estilo para tan poca sustancia. Un Fuocoammare haitiano-chileno de viñetas cotidianas que por lo muy menos educan sobre la evolución demográfica nacional, pero jamás da con un punto o una estructura evidente, mientras que su abuso del relleno... ¡20 minutos de puros créditos.docx!
Suficiente contenido, potencia actoral, y ambición visual como para haber sido una mini-serie, ¡quizás! Pero en lo homicida es decididamente light tanto en lo morboso como en lo psicológico. Prefiere perderse sin llegar a destino en lo sexual, siempre rebotando entre lo hetero y lo gay; pero frente lo indescriptible desacelera, y en la metáfora se aleja de la historia real.