Decepción. Literales leyendas a bordo haciendo un carismático y teatral alarde, y una premisa muy ideal para un laberinto de cortesías y manías... ¿pero donde está el tercer acto? Esto no puede terminar así-- y de paso, no puede empezar así con esa cantidad tan abrumantemente letárgica de tangentes conversacionales. Tanto ruido furioso para absolutamente ninguna nuez.
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