Problemas del primer mundo, ciertamente. Medio difusa e intencionalmente superficial con sus personajes, pero ellos hacen bien en envolverte en el muy real microuniverso de lujos y sabores de fantasía, y de gente muy, muy boluda. Quizás por ello mismo se sienta más vanidosa que íntima, incluso si siempre serás su cómplice cuando entren en acción.
Si vuela es porque no pesa nada. No hay nada aquí: Una trama que ya te sabes de memoria, y una animación sin vida y demasiado limitada. En el mejor de los casos, es inofensiva, y cuando no, es aburrida; que por más alto que vuele, esto no deja de sentirse como algo que sólo sirve para rellenar durante viajes de bus. O sea, como debería haber sido.
Fría, tensa, y ambiental, pero temáticamente matemática. Es un rol hecho a la medida para Michael Shannon, aunque no le sea muy flexible -- para el trabajo funciona, pero en la casa está ininspirado. Aísla y minima lo personal y lo familiar, y prefiere contar los cuerpos antes que explorar al sujeto. Entretiene más que iluminar, pero todo sin ir muy lejos.
En pro y en contra Assange, pero siempre un potente extracto del mundo actual, de acciones solitarias que desencadenan instantáneamente reacciones internacionales, y del costo humano en ello; aunque ello sólo sea como un testigo objetivo: prefiere investigar a las acciones más que a las personas detrás de ellas.
Cínica, hipster-irónica, decadente... y muy divertida. Jarmusch deconstruye a los vampiros para ubicarlos en nuestro mundo con condescencia, desesperanza, curiosidad y gusto -- si han vivido por siglos, su carisma será tan amplio como su paciencia ha de ser corta. A ratos sin rumbo, pero Hiddleston y Swinton se encuentran rápido.
El colegio es una etapa y ya. Estos boludos no se hacen los fáciles de querer recordar, pero al menos al final sólo quedan los mejores. Y bueno, Gondry. Para bien y para mal, él no se puede alejar del Lápiz López: sus secuencias son ingeniosas y simpáticas, pero se sienten muy intrusivas e impares a la historia tan cotidiana que se cuenta.