Audiard vuelve a tratar con temas de adaptación a un mundo extranjero con una de sus premisas más acongojantes; pero no capitaliza tanto en su clásico naturalismo como podría. Bien evitará caer en lo depresivo, pero aún así esto va perdiendo peso con el paso del tiempo -- en especial con ese acto final, que me luce como sacado de Taken.
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