Más divertida que terrorífica, pero hey: aún así es un muy buen rato. Con un reparto prometedor y un macabro festín para los ojos, devuelve a la vida a este ícono de la nostalgia sin olvidarse del kitsch, rebotando entre secuencias espeluznantes y chistes fraternalmente ochenteros. Se echan de menos las sombrías sutilezas del género, pero esto está siempre en su máxima expresión y se le perdona.
★★★★
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