Al fin una de superhéroes que luce como sus cómics. Habrá un exceso de Spider-Man hoy en día, pero esta película aprovecha al máximo ese hecho para escribir una carta de amor: todos los arácnidos, todas las posibilidades, todo el estilo imaginable. Frenética pero sentimental; para fans primero, pero nunca opaca; y cada fotograma suyo: amazing!
Tras todo el desenfreno y pasión del jazz, Chazelle decide contraerse emocionalmente: un pequeño paso para el hombre, pero algo tiene que estar sintiendo esa persona, ¿no? No se sorprendan con Gosling Goslingeando, pues: hay demasiado pasando por su mente; y con tanta presión atmosférica, esta película atesora lo privado sin olvidarse de lo impresionante de lo cósmico.
Un exceso de actuación: eso es bueno, pero quizás pudo ser más eficiente con sus personajes. Davis brilla en su asertividad y convicción, Kaluuya es un terror asfixiante, ¡y hasta en su única escena Weaver hace lo suyo! Dicho eso, el guión se demora en rendir frutos: son casi dos horas siguiendo personajes inconexos, y cuando conectan, es de poco impacto y sorpresas.
Westerns, anticlímaxes, y en Netflix: un bueno, bonito, y barato estilo Coen. Una antología donde si bien los personajes hablan poco, los entornos proveen el discurso; pero por eso es de ritmos muy desiguales, teniendo partes bastante ágiles junto a otras bien letárgicas. Buster está para su propia película, y si eres un artista, holy shit "Meal Ticket".
Una mejor Emoji Movie, pero sigue siendo Emoji Movie. Con una premisa que no envejecerá bien (Rickrolls en pleno 2018...), y siendo tan agresiva con las publicidades y cameos a tal punto que pudo haber sido sobre KidZania, se siente emocionalmente estéril y de mínimos riesgos. Pero hey, ¡las princesas! Su escena (una, singular) es fácil la mejor, por lo menos.
Irremediablemente cursi y desentonada; un caos como la vida misma. Comienza trizando la cuarta pared, sobrereferenciando al mundo pop, pasándola bien con la edición (aunque 20 años se sienten como una semana); pero súbitamente da con un drama cebolliento para gradualmente filosofar con más sentimentalismo que inteligencia. Costa y Banderas destacan por sobre la película.
Una belleza espeluznante a base de papel maché, pintura, y masking tape brotada de un pacto oscuro entre Cunningham y Gondry; pero bien fascinada consigo misma. La técnica hipnotiza, pero honestamente esta es una historia de 30 minutos que se cuenta en 72. La ineficiencia del estilo se lega al guión, pero ello no afecta a sus terroríficas metáforas del vivir en un culto.
En un punto algo incómodo entre entre el reboot y la secuela. Reinventa su poco, pero siempre dentro de su zona de seguridad. Jamie Lee Curtis está notable en la evolución de su rol más icónico, brindando una sed de sangre tan compleja como comprensible; pero fuera de ello es más de lo mismo, con sus muertes al por mayor de personajes irrelevantes de impacto decreciente.
Spoiler: En la película, Queen defiende sus ambiciones artísticas; pero esto no podría ser más ceñido a la fórmula. Un compilado de Greatest Hits de guión: mínima cohesión narrativa, sólo las conocidas y a mil por hora. Malek destaca, pero al aferrarse a una caricatura no añade nada al mito de Mercury. Y sí, el final eriza los pelos, pero teniendo el real, ¿para qué?
Universalmente cautivadora e inspiradora -- un bálsamo. No hace falta saber de Mr. Rogers, que sea como sea estos tiempos exigen empatía y diálogo, y este doc muestra el sutil coraje de hacerlo por y para los más chicos. Con contemporaneidad, tiernas animaciones, y un propósito emocional, presenta a un hombre y su labor con una gentil fuerza terapeútica.
Pornhub te rinde más, que esto no podría estar más desinteresada en el guión, y sus escenas sensuales son tan breves y gratuitas que clasifican como GIFs. ¿Qué será peor: el avanzar una trama con gotario por cada 5 coitos BDSM (¿cuándo duermen estos personajes?), o el seguir insitiendo en Christian Grey, el peor personaje del cine taquillero de la década? No sé.
Niveles Limp Bizkit de Edgelord y boluda, pero por lo mismo siempre inofensiva (PG-13, después de todo). A Hardy no le va un rol tan juvenil (sobretodo si no se aprovecha su fisicalidad), pero al menos la película es una seguidilla de momentos wtf en la que su magnetismo natural juega bien. Dicho eso, Tobey Maguire bailando de negro fue más memorablemente bizarro que todo esto.
Sí, una historia bien conocida, pero por lo mismo es un clásico. Revelaciones por doquier: Cooper da con su rol más dolido evidenciando sus dotes musicales, al mismo tiempo que como director brinda intimidad y químicas exquisitas y acongojantes incluso en estadios repletos; y Lady Gaga debería prepararse para dar dos discursos en estos Óscars. ¡Soundtrack del año, también!
Uf, cómo supo Paul Feig que echaba de menos a Desperate Housewives -- pero con una ejecución así, la pena es mera nostalgia. Aunque Anna Kendrick le pone un ágil y cauteloso empeño, la trama no sólo cae en un sinsentido irreparable de giros, sino que nunca pareciera lucir a gusto consigo misma: ¿es esto un drama, una comedia, algo sexy? Sea lo que sea, apenas lo es.
Un episodio de Escalofríos con bastante presupuesto (¡esa dirección de arte!) que expone demasiado, ignorando sus puntos clave, pero su afecto compensa: tener a Blanchett siempre es un gran plus; MacLachlan ahora introduce a los chicos a la obsesión con la muerte; y para ser de Jack Black, sólo 3 chistes de caca. Génerica y floja, y aún así agradable.
¿Entonces porqué no ir al grano? Si bien Farhadi se mantiene dentro de un terreno familiar, y las actuaciones están a la altura de las leyendas detrás de ellas (sobretodo la de una desgarradora Penélope Cruz) con bastante iniciativa y trapos sucios a ventilar; como misterio es cada vez más lineal e inerte, a tal punto que la verdad llega sin golpear. Potencial, mayormente.
No debería haber sido así de buena -- esto es Gone Girl hecho con Unregistered Hypercam, pero aún así. De pantalla en pantalla, y aprovechando al máximo las virtudes y peligros de múltiples apps y sitios web con una edición increíble, es un suspenso diseñado para la era del Internet. En el laberinto de subculturas y fachadas, es tan verídica como espeluznante.
De buen corazón y humor, aunque como película de citas es un Pinterest trillado. De desclasamientos y rencillas familiares, pero se esmera más inspirándote a visitar Singapur, tener una boda de ensueño, y renovar tu clóset. ¡Hasta tiene un supercut de probarse ropa al ritmo de Material Girl! Inofensiva, pero este guión prefiere no ambicionarse ante el escapismo.
Muy hecha para su gente, pero no por eso completamente impenetrable. Si bien en estructura y lenguaje se vuelve cansina, nunca traiciona su peculiaridad: con esos sets inmaculados, esa cinematografía tan eficiente como efectiva, y su naturaleza tan meta, va de lo absurdo al delirio y viceversa. Aún así, sí: su artífice agota, y hay partes mejores que otras.
Un Oscar-bait que por defecto cuenta con buenas interpretaciones, pero que le puedes adivinar la trama desde los 10 minutos. Casi ninguna sorpresa aquí (fuera del que *esa* actriz no sea Cara Delevingne, honestamente), pero al menos tras tanta represión y gesto subliminal logra culminar en un crescendo de inevitabilidades. Hay una mejor película escondida aquí, eso sí.
Decepción. Literales leyendas a bordo haciendo un carismático y teatral alarde, y una premisa muy ideal para un laberinto de cortesías y manías... ¿pero donde está el tercer acto? Esto no puede terminar así-- y de paso, no puede empezar así con esa cantidad tan abrumantemente letárgica de tangentes conversacionales. Tanto ruido furioso para absolutamente ninguna nuez.
Rebosante de simbolismos, trascendencia, y buenas intenciones; pero esto es de un modesto estilo para tan poca sustancia. Un Fuocoammare haitiano-chileno de viñetas cotidianas que por lo muy menos educan sobre la evolución demográfica nacional, pero jamás da con un punto o una estructura evidente, mientras que su abuso del relleno... ¡20 minutos de puros créditos.docx!
Suficiente contenido, potencia actoral, y ambición visual como para haber sido una mini-serie, ¡quizás! Pero en lo homicida es decididamente light tanto en lo morboso como en lo psicológico. Prefiere perderse sin llegar a destino en lo sexual, siempre rebotando entre lo hetero y lo gay; pero frente lo indescriptible desacelera, y en la metáfora se aleja de la historia real.
Kore-eda y la deconstrucción familiar, algo hay aquí. Para verla al menos dos veces y caer en cuenta de un sinfín de detalles, pero este ritmo quizás no sea lo mejor para ello. Encantadora, genuina, y hasta impactante; es un collage que si bien rellena más de lo que narra, te da una gran sensación de apego familiar. Harto artífice, pero del bueno, y aceptando la verdad.
Paul Dano dirige como si fuese sus mejores personajes: compuesto por fuera, tormentoso por dentro. Con aplomo literario y a fuego lento desarma una familia e identidades, revelando las verdades ocultas bajo las fachadas frágiles de su impecable elenco: Mulligan brilla aquí en su acto de desesperación, Gyllenhall sana y abre cicatrices, y Oxenbould es revelación y temple.
Aleatoria a tal punto que se siente como si estuviese siendo escrita al mismo tiempo que la ves, pero tiene su encanto en su desenfreno. Sátira social, política, deportiva (¿Chile en semis del mundial? ya), sexual; y todo con un toque visual que va de lo mejorcito del cine B a una introducción a Malick. Entretiene bajo sus reglas, y por eso es un gusto adquirido.
Descuiden, el título es lo único engorroso aquí. Una delicia negra y atemporal que explora con las crisis nerviosas de Woody y el fluir cotidiano de Linklater, la cobardía del quererlo todo con sutilmente exquisitas puestas en escena y actuaciones apasionadas incluso en la indiferencia y represión.
Sin dudas loable por las dificultades geográficas y legales que tuvo que sortear, pero sinceramente es de una invariable rigidez en su guión, actuación, y cinematografía; casi como hecha para mejor fijarse en los subtítulos. Tendrá su misterio, folclor, y desesperación artística, pero todos parecieran abandonarse a medio camino. Quizás como documental hubiera rendido.
Una Muhammad Ali de película: monumental, rebelde; vuela como mariposa en la comedia de lo absurdo y situacional, perfora como abeja en la tragedia de lo real y endémico. Con una audacia de guión que entre risas te exige mirar atrás para entender con rabia el presente, y una producción de ensueño que revive una era en cuerpo y alma, te va a remecer emocionalmente.
Pocas películas tendrán golpes tan fuertes como atractivos -- esa edición, ese sonido, esa cinematografía; todo tan exquisito como una Drive ida al carajo --, pero es muy estilo por sobre sustancia. No será una mala sustancia, en especial con ese rango acongojante de ternura, agresión, y depresión de Phoenix; pero se le agotan rápido los temas.
Sí, es lo que es, ¿pero cuándo eso fue algo malo aquí? Nadie está animando como Tartakovsky: vuelve a consiguir resultados espléndidos a partir de tramas sencillas, visuales dinámicas, y un genuino (aunque menor) desarrollo de personajes. Eso sí, no será compleja ni ambiciosa, pero esto ya es una trilogía: esta requiere experiencia previa.
For your consideration, Oscars: Mejor Película Popular. Deliciosamente estúpida: los personajes son plantillas genéricas (el negro se llama DJ, vamos) que escupen one-liners; trata de todo un poco, desde el romance hasta el comentario social, con harta torpeza; y hay que esperar media hora para el tiburón, pero carajo esto es sincero. Apaga el cerebro, te hace bien.
Adorable y melancólica sobre la lejanía de la infancia a tal punto que con su primer acto te tendrá en lágrimas, pero de ahí en adelante pierde un poco su rumbo al insistir en su filosofía lúdica. Aún en este estilo hiperrealista los personajes son tan entrañables como siempre, aunque bien hasta para los estándares de Pooh ese final fue sacado de la nada.
¿Un poco más de lo mismo? Al menos esta entrega sí tiene una identidad reconocible, pero sigue siendo algo de partes mejores que su conjunción entera: poco qué criticarle a las escenas de acción, pero sus conectores... bueno, se nota que eso no es a lo que vinimos. Cavill es un sólido aporte aquí, con su violencia tan brutal como sofisticada.
Para relajarse después de Thanos, sin dudas. Siendo carismática de pies a cabeza, astutamente editada, de un humor bien autoconsciente de sus plot holes e inevitabilidades, y teniendo unas visuales como para un comeback de Gondry; es un rato tan ligero como placentero... al menos hasta los post-créditos, eso sí (geez!). Mejora sin innovar, pero mejora.
Evidencia del talento único de Villeneuve: imitarle o seguirle sus pasos no es para todos, y cómo se nota aquí. Trata de disfrazarse de la original abusando de one-liners, Chuck Norrismos, y cursilerías; pero así nunca iba a alcanzar su espeluznante suspenso. Si hubiera sido el filme de Moner, quizás, que así como está le falta su cable a tierra.
Sí, esta película fue hecha exclusivamente para el grupo demográfico "Andrés Rodríguez", pero si estás fuera de él igual te será bien disfrutable. Es lo que es, y se saca provecho con INTENSIDAD y un variado humor físico y fílmico: mockumentary, bélica, romántica, artes marciales; un tutti frutti. Eso sí, ¡está tan metida en su juego que ignora cosas críticas de su trama!
Pixar finalmente le vuelve a dar al clavo con las secuelas. Con acción insuperable para el estudio, y una madurez tal que quizás sea ligeramente más para adultos que para niños (crisis de los 30, claro; ¿y además roles de género?); te hipnotiza con mucha adrenalina y conspiración -- aunque sea un poquitín más efectiva con la primera de estos dos ingredientes.
Hasta el trailer es más narrativamente nutritivo que esto: la química entre personajes ya es un recuerdo lejano; si fueran más tacaños con los dinosaurios en pantalla ya estarían extintos aquí; la ambientación involuciona dramáticamente; y hay choques de trenes más elegantemente hechos que su giro del acto 3. Buena cinematografía, ¿eso sí?
El heist sigue siendo adictivo, y sin dudas se beneficia del reparto reducido (más tiempo para que cada una brille, pues: HBC se destaca, mientras que Rihanna finalmente actúa); pero dentro de su universo es escueta como un 2/3 del real. Los desafíos y recompensas no están a la altura de la contraparte masculina, y ni tiene antagonismo. Mucho autopilot.
No sólo desafía tus expectativas, sino que las destruye. Aún siendo de terror, te hace pasar por toda la gama de emociones, que no sólo hace un trabajo fenomenal con tus nervios y fobias, sino que además tiene su genuino humor y tristeza. Como guión, es un brutal laberinto; y a nivel de actores, Toni Collette y Alex Wolff deberían estar preparando sus discursos.
Un producto de sus circunstancias, pero aún así pudo ser mucho peor. Por un lado, el que la mayoría de las actuaciones sean así de genéricas y el que su puesta en escena sea tan tediosa son un reflejo de su caos interior; pero en él al menos no perdió todo su carisma (spin-off de Lando y L3, ¿cuándo?), o su audacia para reescribir la historia.
Más de lo mismo, pero si eres fan, igual te vas a sentir en casa. Siendo mucho más dispuesta a hacer trizas ese fourth wall, y más visualmente desenfrenada al no tener la sobriedad de un backstory; esta película nació para estos años de Marvel en masa y en esteroides. Aún así, sin un villano o riesgos memorables, este guión se estaciona en su zona de comfort.
Quizás la más convencional de Lelio, pero también la más Lelio: una historia de un romance asfixiado por los otros, donde cada parte involucrada rebosa pasión y represión. Perforando lentamente numerosas capas sociales hasta dar con una urgente verdad, y con interpretaciones tan vívidas como las de Weisz, McAdams, y Nivola; da con una catarsis antológica.
Sorpresiva, por lo muy menos: Reitman, Cody, y Theron juntos implican comedia, pero entre el desgaste físico-mental y una edición enfocada en la rutina de manera opresiva y vertiginosa; esto te atrapa por detrás con lo psicológico. Su giro... bueh, Shyamalan le daría su visto bueno, pero es más novedad que impacto. Aún así, fascinantes interpretaciones y transformaciones.
Inmaculadísima de apariencia, con sus mezclas de técnicas de animación; pero hasta para Anderson esto es demasiado aleatorio. Como un todo, esto es una seguidilla de exposiciones y diálogos bien secos que dan un con tercer acto desinflado y apurado. Dicho eso, en sus partes hay más intriga y peculiaridad, pero el guión no se preocupa en dejarlos evolucionar.
Agradablemente sincera con este tema tan íntimo, pero este es un mundo demasiado perfecto. Tan así que se siente que la trama debería ser mucho más fácil de resolver que lo que terminó siendo. Necesitó más introspección y diálogo; y menos villano Disney de mínima presencia o consecuencia. Aún así, es de ternura y fraternidad genuina. Ante su público, esto resonará.
Basada en algo, claro (Misery, Adaptation, su una que otra de Shyamalan...); pero ni sus interpretaciones ricas en el contraste rescatan un ritmo así de lento. Aquí hay metáforas sombrías (sino peligrosas) sobre el proceso creativo literario, pero con algo más de dinamismo y un pay-off más desarrollado, las ideas pudieron haber saltado mejor de la página.
Así que es por esto que a la gente le gusta tanto Game of Thrones. Tan recompensante como acongojante para los fans desde el día 1; y con un sobrio sentido de inevitabilidad que consigue algunas de las muy mejores actuaciones de esta constelación (en especial para Saldana y Hemsworth); este es un punto aparte en la historia de los blockbusters: ¿cómo seguimos esto?
Una aberración tan boluda que es decididamente insensata. El chiste de que Dwayne Johnson es un ser perfecto se abusa hasta la muerte; casi todo es una conveniente coincidencia tan gigante como estos monstruos; y este tipo de sangrienta violencia desatina con su humor de familia: decapitaciones, aplastamientos, recuerdos del 9/11... ¿qué chucha? En síntesis, otra adaptación de videojuego.
