La respeto más de lo que me gusta. Nada que decirle a su elegante y nocturna banda sonora y su casi líquida parkouresca animación, pero su dispar guión, cuando no está aplanando demasiado a sus personajes, se escapa más allá de lo verosímil, dándole a su trama sus cuántos agujeros. Vale la pena estudiar su gráfica, pero no estoy seguro si de verdad levante demasiadas pasiones más allá de lo técnico.
Temáticamente, es esencialmente Zodiac vs. Tesis. Es una lenta investigación con hasta una hora y algo de sobra, pero la atrapante y sórdida música de Rez&Ross y Rooney Mara en toda su furia y curiosidad, saltan de la pantalla a tu subconsciente. Aún así, la película no es tan inteligente como ella, ni tan 'feel bad movie of Christmas' como alardeaba. Pero es muy buen material de popcorn.
A pesar de que su protagonista cuenta con muchos talentos bajo la manga y una importante historia de superación, el documental nomás roza ambos potenciales, prefiriendo actuar netamente como un asistente más de sus clínicas de amaestranza equina. Aún así, sólo por su profunda metodología (particularmente la de su trama final), es una visita imprescindible para todos los asiduos a los ranchos y rodeos.
Tras un 2011 sinónimo de protestas, esto cae como anillo al dedo. Un pulsante y sorprendentemente cercano documental cargado de relieves personales, que alza tus maquiavélicos descontentos un instante para hacerte caer en cuenta al siguente. No tienes que estar de acuerdo con sus métodos o razones, pero no quedarás indiferente ante las consecuencias.
Una sentido y fiel tributo a esta pivotal época del cine, pero su historia tiene unos cuántos aires muertos traídos por el apego a su estética de antaño: para su duración está sobresimplificada; mientras que su siempre presente música, aunque adecuada, se vuelve cansina. Sin embargo, sus muy carismáticos y muy expresivos artistas le rinden el mejor y más grato provecho posible a ambas falencias. ¡Ese Uggie!
El amor al arte por sobre todas las cosas. El cómo transmite su pasión, profesionalismo y personalidad habla universalmente por sobre la moda y la fotografía, inspirándonos a siempre mantenernos ocupados en lo que más amamos. Es un divertido y conmovedor paseo por Nueva York con un magnético y muy sencillo maestro, enseñándonos a apreciar las cosas que la rutina diaria suele ocultar.
No dice demasiado sobre el tipo sin tener que repetirse, su controversial faceta gay se ve forzosamente arrinconada hasta el final, y aunque DiCaprio esté apoyado por kilos de convincente maquillaje, aún sigue siendo DiCaprio. Funciona mejor como biopic del FBI que de J. Edgar, pero dentro de todo, no está tan mal. Sus químicas, orgullos y ambiciones están presentes. Sólo necesita una mejor redacción.
Es de alma vieja, con humor inocente y mucho slapstick de personajes optimistas (o al menos nobles) ante las adversidades económicas y sociales. Pero da mucho entretiempo para tan poco fútbol, que sus numerosos conflictos familiares, amorosos, y pasionales apenas son conflictos reales. Aún así, gracias a su contagioso positivismo gana el encuentro. Por la cuenta mínima, eso sí.
La actividad paranormal del arca charrúa, pero sin las justificaciones fotográficas de ambas. Hay ciertos méritos en su aparente única toma continua, pero con su guión que es más bien una coreografía y sus personalidades inexistentes, la experiencia se siente (a falta de palabras menos redundantes) como subirse a una casa embrujada por segunda vez: Te sabes el recorrido de memoria y eso te distrae.
Es una historia de terror contada por niños, con miles de subhistorias paralelas y una gran facilidad gráfica para lo explícito. Sus aventuras campesinas de cabro chico maduran drástica pero satisfactoriamente en misterios sociopolíticos adultos, aunque por su numeroso reparto secundario la trama se estira con díalogos inconclusos, o peor aún: superfluos. De grueso relleno, pero con un sabroso centro.
Christian Bale no sólo es un pez fuera del agua por su premisa, sino que también por su rol particular - no hay mucho estudio en él, mas allá de sus talentos para la exportación. Sin embargo, su inmensa y poética producción habla más fuerte, al no escatimar recursos en la representación detallada de las sacrificadas y heroícas estrategias chinas en tiempos de extrema crueldad, a nivel militar y humano.
Los de Pixar deberían estar celosos este año. Por lejos es la mejor película de Shrek, al no tener a Shrek o a su grave adicción a la referencia pop. Dreamworks no se duerme en los laureles de su personaje más icónico y memorable, dándole un digno y genial backstory en una vibrante y divertida aventura con nuevos e interesantes personajes. También, sus "aww" por minuto son incalculables... aww. :3
Esta secuela es más explosiva y violenta que la original, conservando sus humor de bromance sabihondo y ambientación MVP, y añadiendo múltiples escenas de acción que sobrejercitan su fundamental Matrix-era edición; pero sus positivos se promedian con su desigual recambio de personajes, conclusión "eh", y su maratónica duración. Está bien, pero no cambia mucho las cosas.
Estableciendo las primeras líneas de Clooney como estética narrativa, el reparto viaja entre risas, furias y llantos por el nuevo 'tour' de Payne, guiados por un sólido y cercano guión. Hawai sorprende con su pequeño mundo, y su constante actividad familiar. Sólo dos puntos enlodan la experiencia: su nula creatividad visual, y Nick Krause como un boludo escape cómico sin causa o destino.
Como el mismo Atom, su premisa es mejor de lo que luce, a pesar de que bajo el capó no tenga mucho y sus hilos estén parchados. Sin embargo, es gracias a ella que su motion capture conserva su originalidad a pesar de su traducción completamente literal. Sin alejarse de ser Medabots vs. Warrior, toma algunas curvas oscuras para los clásicos atajos victoriosos. Genial dirección de arte y paisaje sonoro.
Tan floja como su título, salvo por la buena música de Jónsi. Si no eres muy exigente, apreciarás su inofensivo humor, pero por sus 2 horas hay mejores opciones. Con dramoides familiares, amores prepicados y ¡animalitos!, se apunta tanto a los niños que bien pudo haber sido estrenada en 3D, aunque sus pésimos personajes femeninos son inexcusables. Próximamente en su bus interregional más cercano.
Cheadle actúa como el embajador para la audiencia ante una Irlanda agresiva y despreocupada, y es sólo a partir de su llegada que Gleeson, sin cambiar su actitud, adquiere más interés al conseguir un digno rival/aliado y curiosos villanos con quién batir ingenios. Con humor de y para smartasses, la torpe misión se mueve con pasos fortuitos e impredecibles que son cada vez más precisos. Buena edición y foto.
Un denso y profesional entramado como para control de comprensión lectora o una segunda visita. El lento juego de ajedrez de los agentes con eterna cara de póker de "nada personal" puede ser distanciante, pero sus violentos quiebres y la persecución por el jaque te mantendrán ocupado en sospecha. Sobrio y disciplinado reparto, Oldman ejemplifica. Clóset y escenografía, la cápsula del tiempo.
Algo desenfocada y esquizofrénica con sus arcos narrativos, pero siempre con el amor al cine en alto - con niveles iguales de aventura y educación, y una rica dirección de arte siempre en alusiva reverencia. Aunque perimetrales, la senioridad de Kingsley y la protocolar caricatura de Baron Cohen son lo mejor aquí; pero Butterfield y Moretz brindan la justa curiosidad para mantener los engranajes en funcionamiento.
Con hermosos panoramas, emocionantes secuencias de acción que te mantendrán en las puntas de tus pies, humor leal al material de origen, y presentando la mejor toma única del año como máximo ejemplo de dichas virtudes, 'Tintin' no sólo es la mejor película del equipo Spielberg en más de una década, sino que también es la nueva vara alta para el motion capture. Altamente recomendable.
Estrictamente familiar e ídonea para un domingo por la tarde, intercambiando la comedia de granja por las trincheras incruentas. Su historia de rent-a-horse vive y muere por los magníficos equinos, abreviando o escondiendo el relato humano con interpretaciones modestamente memorables y un confuso paso del tiempo. No está mal para lo que es, aunque no sea demasiado. Clásica música y foto.
El "nos tenemos que ir" más largo de la historia se transforma en una traumática proyección de malcrianzas, y el consecuente dramón es tan bueno que se torna un placer culpable. Caótico, decadente y parcialmente inverosímil, actúa genial como un anuncio a favor del consumo responsable de alcohol. Los padres rankeados: Waltz, Foster, Reilly y Winslet. Pero la música, ¿cómo tienen a Desplat para tan poco?
