Qué ambiciosa decepción. Nunca antes me había sentido tan incómodo en el cine: esta permanente cámara en tu cara, este abuso de tu espacio personal, este incesante descontrol, estas ansias post-función de evadir la muchedumbre... pero su hambre de metáfora lo arruina todo. Transforma una premisa enigmática en un discurso existencial violentísimo y cruel, pero aún así flojísimo y monótono.
★ ½
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