Una apasionada y paranoica entrecruzada de amor y lealtades, pero no es tan difuminada como podría ser -- gran parte del impacto de la trama se pierde en que no intenta esconder sus misterios, y se estira mucho en lo predecible; aunque ello dé para un producto más accessible. Y también en esto ayuda sus lucidas (aunque breves) escenas de acción.
De sobrevivencia, sí, pero quizás demasiado preparada para ello, si hace sentido. No es un problema de Paul Walker, que ejerce un notable esfuerzo físico que se traduce en emocional; pero esta es una tormenta demasiada perfecta, con todo aspecto en contra amontonándosele sin darle tregua, rompiendo un poco la ilusión; pero su honestidad la rescata.
Para nada sensual, pero esto es un inmenso positivo -- en vez de enfocarse en los años 70s (que aún así están inmaculadamente, y muy sombríamente recreados), expone una brutal y enfermiza explotación sin caer en lo predeciblemente pornográfico. Poco a poco pone los brazos en tí, yendo del abrazo a la asfixia, para luego súbitamente tirarte a los lobos.
Son deportes "extremos" por algo -- y qué inteligente es este doc en recordarnos el porqué sin el glamour o el morbo de la TV. Comprende la frustración del impulso de la adrenalina, pero advierte con preocupadas letras mayúsculas sobre la riesgosa realidad; recordándote, apasionado o no, lo afortunado que eres por contar con familia y fortuna.
Mucho menos borracha de lo que parece, pero definitivamente amistosa, muy a lo Linklater. Conversacional, pasajera, sin un claro rumbo, pero todo muy naturalista y sin presiones; aunque todo llega a sentirse muy casual y minimizado -- ya sea por una adelantada edición o porque no encuentra las palabras, no hay realmente un conflicto.
Díficil de querer al comienzo -- una pega bien fome en medio de la nada, con dos personajes relativamente detestables; pero en el aislamiento y la desconexión se va ablandando y dejando ser -- quizás como un Síndrome de Estocolmo, pero la fraternal fricción entre Rudd y Hirsch te deja un espacio para entenderles. Fantástica fotografía y música.
Bastante sitcommy, pero vaya que vería esta sitcom ahora mismo ya -- personajes muy entrañables en las buenas y malas, todos con una fantástica capacidad para el humor vocal y corporal; y sin nada que guardarse sobre una industria dominada por los hombres -- incluso si esta industria es lo más nada del universo, pero eso lo hace aún más divertido.
James McAvoy sigue mal de la cabeza este año -- y vaya que le sale bien, canalizando a un desquiciado Jordan Belfort de bajo presupuesto, pero sus excesos terminan siendo negativamente ruidosos y básicos. La película quiere invitarte a su mente, pero no es sino hasta el tercer acto que termina por meterte a la fuerza, cuando apenas llegamos a conocerle.
Clooney sigue tan americanamente clásico como siempre, y quizás más que nunca ahora, con un sentido de aventura y expedición muy nostálgico y familiar, como un Indiana Jones mezclado con Ocean's Eleven -- incluso si nunca dé con el mismo peso de ambas. Su episódica narrativa la dispersa al inicio, pero le da una relajada flexibilidad.
Algo en el aire, ciertamente -- es indescriptible y vacuo. Assayas reafirma su gran talento para recrear los 60s visualmente, pero, aún siendo su propósito, su ambiente de revolución y rebelión cultural se degrada a una nada, pues. Lenta y de mínimos incidentes, con personajes indiscernibles, y el toque especial: una hilera de falsos finales.
Una dura mirada a la cultura del divorcio, vista desde la periferia y en el medio de todo, a través de los ojos de una legítimamente encantadora Onata Aprile que rebota entre padres en guerra y extraños preocupados, en una historia delicadamente confeccionada para construir el mundo a su entorno. ¡Y quién no quisiera escuchar un CD de Julianne!
Apunta a ser la más definitiva de las "coming of age"; pero ello la vuelve más básica y superficial de lo que podría haber sido -- en especial con todo ese manojo de personajes secundarios tan simplista e insistentemente chocantes que tienen. Un decente paraíso al lote visualmente, pero demasiado pre-planeada en todas las demás áreas.
Sí, es mala, pero es interesante mala. Al menos es tan mala que es buena, a lo mejor -- que Bill Condon, wow. No se contiene aquí, llevando su dirección de arte a una literalidad hilarante. No la verás por su fidelidad y transparencia con la historia de Wikileaks, pero puedes sacar unas cuántas risas con sus burdos personajes y su inepta estética.
Informativa, in situ, e intensísima. Arriesgada y gráficamente directa, hace un supremo despliegue editorial y periodístico por educar sobre la revolución en Egipto a través de un dinámico espectro de identidades -- y no se guarda nada: con su multitudinario clamor, su furia, su pasión, sus miedos, y sus esperanzas; simplemente te ubica allí mismo.
Placentera a pesar de todo, pero por eso... poco exigente. Buenas interpretaciones y uno que otro chiste ingenioso aparte, no es precisamente creativa o profunda -- es un viaje ligero y escénico con investigaciones superficiales, y sin mayores complicaciones fuera de los carismáticos choques entre Coogan y Dench. A fin de cuentas, inofensiva.
Con este selecto grupo de cantantes tan vitales y subliminalmente influyentes se forma un catálogo genial de canciones, pero sus dos primeros actos no van más allá del compilado de Greatest Hits -- más allá de algunas anécdotas y referencias profesionales, una narrativa propiamente tal no se forma sino hasta su emocional tercer acto.
Situaciones terribles sin respuestas, pero ante tanto secretismo y confidencialidad, su presentación tan intencionalmente conspirativa (tomas temblorosas a ras de superficies, muros atiborrados con pistas y gente clave, y una narración demasiado personal) la vuelven redundantemente paranoide; incluso si su alcance periodístico sea loable.
Apenas da para "Mejor Película de Lengua Extranjera", pero nada que decirle a su universal afecto y dolor familiar y musical. Como un Blue Valentine country, su edición rebota entre los altibajos emocionales de su muy apasionada pareja para ponerte en su lugar, recordando mejores tiempos, y con esa música, díficil no empatizar.
Retro, pero no necesariamente nostálgica. La estética fiel a la época le ayuda bastante, pero vaya que es díficil de interpretar -- es parte improvisada, parte existencialista, parte tecnológica, parte competitiva, pero ni una de ellas calza con la otra a simple vista; y con esos repentinos "condoros" visuales, se le destaca aún más su desorden.
Bien intencionada y con mucho cariño, pero apuntando a la accesibilidad termina entorpeciéndose -- bizarros intercambios entre inglés y alemán, una narración difícil de interpretar, y quizás más de un cliché de sobra; pero fuera del guión (y de la música, que John Williams...) al menos la pasión se siente bien direccionada con buen arte y actuación.
Por lo menos es el mejor comercial de todos los tiempos, por lejos. Es vibrante, ingeniosa, e hiperkinéticamente divertida, que se gana más risas con sus visuales y su animación que con sus propios chistes; pero te vende este universal juguete con mucha sinceridad y afecto hacia tí. Demasiado azúcar quizás, pero te hace sentir como niño.
Sí, positivamente indie -- muy adolescente y va del relajado humor a las grandes tragedias personales, pero tras todo se reserva un grado de optimismo; pero quizás, más que debidamente, es subliminalmente bipolar: en macro es un producto incategorizable y voluble, pero en micro existen estas encapsuladas y geniales intimidades.