Combinando las libertades destructivas de Modern Warfare, y las vistas y personalidades de Uncharted, el protocolo fantasma es un videojuego teórico de intensas y constantes peleas, vertiginosas secuencias de acción, y muy creativos gadgets; que funciona sin tener que justificar o expandir sus personajes. Con las meras reglas de juego para espías y terroristas basta y sobra.
Trama de helio pero hilarantemente consciente de su peso, cameos sorprendentemente bien utilizados, y un repertorio estándar pero colorido de canciones para bailar con los tobillos. A pesar de ser live action, en espíritu es la película más animada del 2011, plantando una sincera y refrescante sonrisa en tu cara de principio a fin. Son los Muppets, ¿qué más esperaban? ¡Cierren su año con ellos!
Su genérica escritura comienza con una lenta bicefalia, mientras que su emoción y adrenalina cae completamente en la responsabilidad del esforzado y sufrido reparto - con éxito. Es en su elegantemente tardío evento principal donde la verdadera garra se hace presente. En la nueva tradición anual de películas de deportes de combate, Warrior se contenta con el bronce. Aún así es un buen logro.
Los trabajólicos e ingenuos pero claramente oportunistas personajes son identificados por profesión en primer lugar, y luego por carácter, dejando algo que desear en su desarrollo y profundidad. Sin embargo, como sucesión de eventos, es un relato decente de engaños y control de daños, disminuido sólo por su fin - no habrá Ides of March 2, ¿para qué cortarlo ahí?. Buena música atmosférica.
Avísenle a The Girl With The Dragon Tattoo que luchará duro para reclamar su título de "película que te joderá la Navidad". Su asfixiante y nauseabunda relación familiar evidencia los más terribles temores imaginables y las consecuencias de no afrontarlos a tiempo. Los padres curiosos deberán adentrarse aquí con nervios de acero. Gran edición, sonido y foto. Aplausos para Swinton y Miller.
Las contrincantes personalidades obstinadas versus el desbordado, aunque plástico, carisma de Pitt, debatiendo con un uso indiscriminado de tecnicismos y estadísticas, distancian a los infamiliarizados al béisbol, pero a partir del segundo tiempo, el lenguaje universal del deporte y el inevitable apego a los sufridos pero esforzados underdogs harán un hincha de ti. Hay una moraleja aquí, pero no estoy seguro de cómo poder interpretarla con su ambiguo descenlace. Podría clasificar al repechaje y ser vista de nuevo.
Este western altiplánico respeta con estricto heroismo la leyenda de Butch Cassidy sin mucha dimensión o conflicto personal - con la misma película expresando que todo lo acontecido a este hombre sucedió en tiempos pasados. Aún así, las sufrida y aventurera química entre sus protagonistas logra un casual entretenimiento, aunque la verdadera historia aquí es la oda a la extremadamente diversa geografía boliviana.
Este incómodo chico de fachada madura que escribe mejor de lo que habla, narra con una ingeniosa edición, música y cinematografía una historia contada por él mismo sobre sí mismo, donde los recuerdos importan más en imagen que en parlamentos. Un entretenido monólogo saborizado sobre el ser chico y preocuparse demasiado por todo, incluyendo sus propios caprichos juveniles. Es el inverso unplugged de Scott Pilgrim - con sustancia por sobre el estilo.
Fastuosa, visceral y mórbida como la tele del prime time, está consciente de lo explotable que es su premisa del Príncipe y el Mendigo pero unilateral, sin dudar en recurrir a las balaceras escénicas y los placeres carnales con synth-pop ochentero intencionalmente desubicado - pero gracias al dispar trabajo simultáneo de íntegro héroe y volátil villano de Cooper la película gana más de lo que pierde. En especial gracias al volátil villano.
Lo que parte como una búsqueda imaginaria por la máxima virilidad posible de parte de unos flacos hipsters evoluciona en un ejemplo extremo y descontrolado del refrán bros-before-hoes, empleando buenas interpretaciones que crecen contigo y caen ante tí. Se aprecia el mérito inventivo en crear una cámara específica para el filme, aunque los resultados se sienten como Instagram en esteroides. Muy buen uso de su banda sonora.
En su más profunda temática hay legítimas sorpresas e interesantes teorías sobre identidad y creación, pero superficialmente hablando los parlamentos están algo secos, aunque tiene el potencial suficiente como para recuperarte con sus engañosas secuencias. Con un delicado maquillaje, coreografía y escenografía presenta una de las mejores direcciones de arte del año, y seguramente la banda sonora más memorable, también. Dexter de cine arte.
Con una entrega hollywoodera de discursos vs. one-liners, y una composición de episodio de CSI, este contemporáneamente relevante drama financiero cuenta con una premisa de fácil traducción para la 'gente normal' - nos fuimos a la chet, pero su condensado clímax le resta impacto a la chet. Firme reparto.
Amor, familias, dinero, leyes, y religión - temas que combina elegantemente empleando muy orgánicos díalogos y un intenso reparto ramificado, a través de una cinematografía de inocente testigo digna del más copuchento. Te fuerza a escrutinar cada secuencia para tomar una decisión final con respecto a con quién quieres estar, y de qué lado quieres estar: a ser un personaje más en todo su lío. Muy recomendada para plantar conversaciones.
Violenta y cruel hasta el punto de causar rechazo, pero esa es la idea - buscar la paz a través de la redención o la justicia personal, a pesar de no poder liberarse completamente de las consecuencias. Severa y nublada a más no poder, no dejes que la película te atrape alegre y desprevenido. Te arrojará todo lo que no esperas para derrotarte (incluso si se escapa parcialmente de lo verosímil). Grandes catarsis, mejores actuaciones.
Woody Harrelson se construye y explota en pantalla, pero este estudio de personaje y recuento de historia reciente tiene ciertos rellenos, puntos muertos y tramas abandonadas que pueden cansar más rápido que la actitud arrogante del protagonista. Si hubiese una versión resumida de la película sería más fácil de recomendar, pero aún así en su presente estado las actuaciones son todo terreno, dignas de estudiar junto al caso real.
Poco a poco el rompecabezas narrativo se construye, pero apenas se vislumbra la primera esquina del panorama no hay vuelta atrás. Cayendo cada vez más en las falsas confianzas, Olsen hace uso extraordinario de sus fallas y temores, impulsándote instintivamente a buscar en cada toma las sombras sospechosas y los posibles refugios. Magnífica edición de video y sonido. Altamente recomendable.
Al estar dependiendo de MILFs imposibles, ñoños octagenarios e infinitos juegos con la palabra "tiempo", la mecánica de su universo no está del todo afinada; aunque gracias a su ritmo carpe diem la historia evita el tedio (pero ignoren los paralelismos a Wall Street). Y a pesar de que Seyfried cae en un instantáneo síndrome de Estocolmo ante Timberlake, ambos hacen una competente dupla de acción, más que de amor fugitivo.
Su tendencia al monólogo expositivo y su agresivamente paciente narración cuestionan el interés por descubrir los orígenes y consecuencias de su ilícita pero desesperada profesión. Sin embargo, vale más tarde que nunca, ya que sus nudos se desarrollan justo a tiempo para al menos concluir satisfactoriamente. Sólidos e inmersos personajes, envueltos por un apto paisaje sonoro. Es más sombría de lo pronosticado.
Con un tema tan delicado como el cáncer, el debate tácito entre sus personajes sobre ver el vaso medio lleno o medio vacío puede sentirse frío e indiferente en su primera mitad, pero siguiendo los pequeños rastros inteligentemente disimulados de inseguridad y temor cortésmente reservado se llega a un muy emotivo e inevitable clímax. Más dramática que cómica, aunque en ámbos géneros su guión está bastante saludable. Entrañable reparto.
Teniendo un limbo geográfico como perpetuo paisaje, nomás basta con detenerse a preguntar por direcciones para invitar a los conflictos por orgullo, bienestar, y la convivencia con los enemigos, que en la punta del cerro, quién hace la diferencia, pues. El complementario reparto funciona en su disfunción, con la fotografía de la nada y los ruidos de caravana como banda sonora intangible actuando como si fuesen personajes omnipotentes.
Sin reinventar la rueda narrativa sobre la segregación racial, los personajes mayormente obvios se relatan de principio a fin tal cual como uno esperaría - pero gracias al espléndido y carismático trabajo del elenco es un sorpresivo goze, con orgánicos turnos cómicos y dramáticos, y lacrimógenas pero genuinas resoluciones. ¿Mejor actriz?, nah, mejores actrices: un empate entre Viola Davis y Jessica Chastain. Muy recomendable.
Una historia de padre e hijo como detectives callejeros, que recuerda el cómo las tragedias unen a las familias, por más tragedias que sean. Sus díalogos pueden estar un poco rellenos y saborizados, pero no son nada que perjudique a las sólidas y progresivas interpretaciones de Bichir y Julián, la localizada y flexible música de Desplat, su terrestre cinematografía de constante pasajero, y en especial, sus loables e íntegros valores humanos.
La dulzura cachorra del primer amor justifica muchas irresponsabilidades, pero la cual arranca su historia causa cierta división, tratándose de un caso muy evidente del "qué harías tú ahí". Algunos verán en ellos pasión y paciencia en los dos lados del charco, y otros una serie de porqués sin resolver. Sean flexibles con los cabros para gozar mejor la historia, que nadie es perfecto, pues. ¿Blue Valentine light, quizás?
Las merecidas pero redundantes alabanzas persisten - la atención al detalle en su animación y dirección de arte crean un universo tan completo pero minúsculo que esconden las principales falencias del guión, que como sus protagonistas, no va demasiado lejos, con personajes cayendo al desuso, o peor aún, en la inverosímil crueldad; pero al menos la película cuenta bastante riqueza visual para amar aquí para compensar. Estándar de Ghibli.
Su narración y sus obras pueden caer en lo esotérico, pero aún así basta con apreciar los valores fidedignos en la pristina fotografía, el desafiante scouting, el amplio espectro musical y, desde luego, la hipnótica y maestral danza de la compañía. No hace falta haber conocido a Pina Bausch o saber bailar (bienvenido al club), esto es un tributo universal. Hasta que llegue a los cines locales, el 3D está por juzgar, pero esto sería algo excepcional.
Se agrieta ligeramente en un par de eventos y personajes de poca inspiración, pero la conexión emocional entre los protagonistas pasando por las etapas del duelo y la culpa juega sorprendentemente bien con lo que pudo haber sido una muy radical premisa celestial de ciencia ficción, que meramente cuenta con unas breves líneas de guión para detallarse y un efecto de sol de medianoche para manifestarse. Genial conclusión.
Como los mismos 'McCormick Brothers', su producción es promedio, pero sus egos, hambres y ansias por la fama impulsan la historia con una maniobrabilidad, que convierte la ligera comedia de no poder vivir con o sin Bono en un deprimente y explícito relato de fracasos - y aún así satisface, a pesar del relativamente abrupto final. Una película semi-obligatoria para todo fan de U2.
De su caótico segundo acto brotan los mayores impactos, pero su protocolar y emocionalmente frío comienzo y descenlace pasteurizan la narrativa, sin presentar mayores suspensos o dudas sin resolver; y como las vacunas, con una vez basta y sobra. Aún así, hay ciertas fortalezas en su apego al realismo - en especial en su hepática paleta de colores en lente y maquillaje.
La mitades se disfrutan mejor con un saludable intermedio, siendo tan estiradas, bipolares y distantes entre sí que fácilmente cada una pudo haber sido su propia película, con una conclusión más satisfactoria para la primera y una introducción menos forzosa para la segunda. Aún así, se rescata su secuencia final - aunque para entonces ya es muy poco y muy tarde.
Presta algunos elementos Wes Andersonianos, con una historia frontal de amor curioso y relajado, pero esencialmente poca apasionada por diseño, que resuelve sus dudas con poca turbulencia o clímax; a diferencia del secundario pero pivotal trasfondo de personajes más carismáticos con revelaciones más impactantes de parte de Christopher Plummer y Mary Page Keller. Problema de prioridades aquí, pues.
Protagonizado por un lastimero avatar para la audiencia, un guión infestado de exposiciones y refritos del universo animé, y para colmo, diseño de personajes robados de Spirited Away, la película pone a prueba tu umbral de aburrimiento tras su primera escena de acción. Su banda sonora es ecléctica pero irrelevante, y su animación, aunque generalmente competente, se turna en lo cursi y lo derp.
No busques densos y ricos personajes aquí - nunca fue su intención narrativa con su fidedigno clima cortopunzante. Tampoco busques algún tipo de redención o superación, que no hay nada que aprender aquí. Es una caída al abismo que díficilmente puedo recomendar - no por ser defectuosa, sino porque no hay ningún atractivo teórico aquí, y quizás esa la mejor recomendación que puedo hacer. Es una de aquéllas.
Las fuertes personalidades y direcciones de los personajes conducen con cierta naturalidad y propia franqueza las numerosas y muy bien coordinadas tomas continuas de la historia, aunque a turnos su generalizada testadurez crea episodios incómodos, en especial cuando su clímax genera tan poco catarsis y un final estirado. Decente producción, salvo la estéril músicalización.
No sólo cuenta con uno de los villanos más efectivos de lo que va del año, sino que también con las escenas más cerdas que he visto en mucho tiempo, y esto es al punto tal de que se siente como la versión sin censura y extendida de The New Adventures of Old Christine. De todos modos, su transparente historia se cuenta con una longitud y un reparto excesivo, aunque de todos modos no le resta mayormente a su ligero disfrute.
La primera mitad calienta motores con estoicos perfiles, y ligeros y lentos paseos por el vecindario, pero una vez que acelera te saca la reverenda cresta y media, y Gosling no dará tregua ni preguntará porqué. La edición, el sonido y la cinematografía son tan delicados como brutales, pero la música... no me atrae el inmediato reciclaje de bandas sonoras, pero el uso femeninamente irónico de "A Real Hero" es genial.
Aunque sin lugar a dudas es la película más visualmente impresionante de lo que va del año, temo que su muy desglosada narrativa metafísica puede ser demasiado polarizante y algunos no tendrán la paciencia para completar el recorrido. El resto apreciará la magistral cinematografía, los fascinantes efectos especiales y la actuación del núcleo familiar en sus altos y bajos, pero creo que su, ehm, "historia" encumbra demasiado temprano.
Con su ambientación muy literal (el título no miente), es una invasión a muy pequeña escala, pero la aparente mundanería es genialmente aprovechada por sus sucintos pero ágiles personajes, su claustrofóbica pero no cromofóbica dirección de arte, y su impredecible edición, equilibrando con aplomo el terror de monstruos con humor de machos alfa. ¿Igual a Super 8? Sí, pero no.
Siendo editada como un trailer y dialogada a base de one-liners, su premisa comienza con el pie izquierdo y nunca recupera el equilibrio, oficializando el aburrimiento tras la necesidad de explorar las típicas urgencias adolescentes de Saoirse Ronan sin brindar empatía emocional por ella o su mundo. Su competente fotografía y los Chemical Brothers abusan de vanidad y pereza, respectivamente.
Se da sus vueltas por la cancha antes de lidiar con la premisa clave, y más aún para alcanzar su clímax, pero gracias a sus dispares personalidades y la cercanía familiar entre ellos, forman (contradictoriamente) un ambiente tan honesto que se vuelve en el perfecto opuesto de The Blind Side. Paul Giamiatti y Alex Shaffer convencen, pero la comedia aquí es propiedad de Bobby Cannavale.
Aunque presenta con cierto humor el tríangular síndrome de Estocolmo entre publicistas, clientes y audiencia, la redundancia e irrelevancia intencional que hay hacer una película tan meta como ésta causa que la experiencia se sienta plana - ¿cómo sorprenderse con las entrevistas si son parte del aprobado producto publicitario final?
Se cocina a fuego lento con su cuestionable narrativa fragmentada, la estoica, casi solemne caracterización de personajes y sus griteríos en habitaciones contiguas, pero a partir del segundo acto la historia encuentra su norte y toma rutas y desvíos sorpresivos. Hay verdaderos logros en su producción, pero su mayor éxito es su fotografía - es perfecta de principio a fin.
A pesar de la general insensatez en la toma de decisiones de los personajes humanos (en serio, qué onda con ellos), los simios casi exclusivamente logran mantener a flote la historia con gran fortaleza. Andy Serkis domina como Caesar, y todos las escenas de primates son atrapantes y sorprendentes a su propia manera. Quédense un rato tras los créditos.
Un muy grato paseo por la historia de la capital francesa. Una juguetona narrativa que incorpora muy suavemente sus toques de ciencia ficción y fantasía, grandes bohemios retratados con entretenidas caricaturas, y una premisa con la cual los de ambiciones creativas se sentirán identificados fácilmente. Altamente recomendable.
Su presentación in media res y la inexplicable causalidad de su protagonista ofrecen un comienzo algo torpe, pero una vez que las piezas están en su lugar, la confiada y autoconciente interpretación bipolar de Mel Gibson logra mantener a flote la película a través de sus cumbres caricaturescas y sus llanos tristes y solitarios. Olviden sus escándalos, al menos por hora y media.
El guión necesita más soltura, mientras que la edición necesita menos. Como estudio biográfico, todo depende de tu conocimiento sobre Violeta y su música, ya que la película presenta equitativamente casos irreales de positividad y negatividad sobre su persona a gran debate, aunque a grandes rasgos, no está mal.
Independientemente del nivel de interés que uno tenga en la F1, este documental te atrapa elegantemente con su precisa edición, su meteórica narrativa protagonizada por fuertes personalidades y orgullos, y el emocionante registro nunca antes visto de las carreras de Ayrton Senna. Altamente recomendable.
A pesar de sentirse demasiado literal para ser un apropiado tributo a Spielberg, ya que J.J. Abrams arrienda los elementos narrativos de Close Encounters of the Third Kind y E.T. the Extraterrestrial, se logra reparar los errores de Cloverfield al brindar carisma genuino y causas legítimas de presencia para sus personajes. ¡Bastante divertida con el joven elenco!
Interesante presentación de amor y lealtad, como algo incompleto y breve, pero siempre presente. Su animación es algo tiesilla pero nada imperdonable (en especial gracias al rico arte escenográfico apoyado por 3D), y su banda sonora te dejará "Bésame Mucho" pegada en la cabeza, pero de buena manera.
Sí, es Transformers, pero más allá de su insensibilidad histórica, sus humanos agravantes y sus robots irrelevantes, el verdadero crimen que comete es que es tediosamente larga para lo que es. Técnicamente cumple muy bien (particularmente en el sonido), pero ... ¿tenían que plagiar la banda sonora de Inception? ¿En serio?
... y es un hattrick para Marvel - tres películas, todas cumplieron. La atmósfera kitsch mezclada con el suero adrenalínico brinda personajes caricaturescos y divertidos (en especial el villano Weaving), acción muy clásica, y una historia con un ritmo bastante efectivo. ¡El 3D es ignorable, pero es imperativo que se queden tras los créditos!
